OBAMA EN EL BANQUILLO

Por Rebeca Ramos Rella

Este 2 de noviembre se realizan elecciones intermedias en Estados Unidos. Se eligen las 435 curules de la Cámara de Representantes, 33 de 100 escaños en el Senado y 36 gubernaturas. Encuestas pronostican derrota al Presidente y al Partido Demócrata. Una conjunta del New York Times y la CBS arroja que mujeres, estratos medios bajos, católicos ya no confían –la intención de voto es de 40% para PD y 46% para republicanos- e independientes que apoyan a republicanos al 20%. El 61% piensa que EUA va en camino equivocado, contra 34%; un 53% duda de creación de empleos –el desempleo continúa en grave 10%-. El 50% condena gestión federal en recuperación económica contra benéfico 42%. Hay división.

La popularidad de Obama bajó al 44.7% según Gallup; lo culpan por crisis económica y financiera cuya superación no zurce bolsillos, pese a 700 mil mdd de estímulo fiscal para rescate de bancos, automotrices, contra quiebra nacional y,por la reforma de salud, juzgada medrosa por demócratas centristas e insostenible para republicanos y ultras del Tea Party, quienes en dominio de Capitol Hill, prometen anularla, así posibilidad de reforma migratoria. Mala noticia para México, indocumentados y latinos -46.8 millones, primera minoría étnica- cuyos 19.3 millones, el 9.2% de 211 millones de votantes según sondeo, dará al Partido Demócrata 65% de sufragios contra 22%, aunque sólo 51% participaría. El 53% están insatisfechos en mejoras en educación, trabajo y salud, sus prioridades.

El cambio y expectativas que levantó Obama -67 millones de votos-, fueron sometidos a estrechez de maniobra por la peor crisis desde los 30’s; su política conciliatoria -un liberalismo de consenso, mal llamado socialismo por oposición moralina- y lentos resultados a corto plazo en microeconomía, distorsionados en desánimo, temor, desequilibrio entre esfuerzo y recompensa, sentimiento de traición y posible voto de castigo, avivados por arengas racistas, desproporcionadas e intolerantes de la ultraderecha y republicanos aturdidos por ambición de poder para anclar al Presidente en parálisis legislativa y descrédito –el discurso opositor versa en reclamos, percepciones retorcidas y soluciones ilusorias sobre cortes tributarios irresponsables y populistas, puritanismo social y político, decimonónicos- y gritan desgañitados: “¡Devuélvanos el país!”. Su meta es 2012, tumbar la reelección –hoy no la apoya 54% contra 39%-. Lamentable que la primera democracia del mundo evidencie doble moral, intransigencia, xenofobia, intereses facciosos por encima de los nacionales; odio en difamación- que germina- contra Obama. Él es su objetivo. Lo quieren derrumbar, lo aborrecen. No tragan su liderazgo global, su política exterior sin garrote, su raza, su estilo, su procedencia, su modestia al afirmar haber hecho lo debido aunque impopular, la ruptura del paradigma que representa su mandato. Y resumió cínico el líder republicano senatorial: “Lo único que queremos lograr es que el Presidente lo sea por un sólo periodo”.

Hoy los demócratas dominan la Cámara Baja con 254 vs 181 y con 57 de 100 senadores. Proyecciones sostienen que republicanos podrían lograr de entre 38 y 55 curules y 8 escaños, alcanzarían mayoría; tienen 24 gubernaturas, podrían ganar 8 más; controlarían 32 de 50 estados –en Texas y Arizona se prevé reelección republicana; en California y Nuevo México, alternancia-. Escenario que Paul Krugman del NYT analiza terrible y de miedo: “Historiadores verán la elección del 2010 como una catástrofe para América, una que condenó a una nación a años de caos político y debilidad económica”, pero el Tea Party hará la diferencia, factura cara al Partido Republicano, cuervo que sacará sus ojos –ya perfila a la vacua y absurda Sarah Palin precandidata presidencial-. Ventajas de Obama tras debacle: exhibición, desgaste e incompetencias tempranas de esos “analfabetas funcionales” rabiosos y radicales, las que pavimentarán su reelección. Veremos.