UN MUNDO PAREJO 50-50

Rebeca Ramos Rella

A mi generación y a las anteriores, nos “enseñaron” en general nuestras madres –porque eran ellas las que tenían por misión única en la vida dedicarse al hogar y a los hijos…los papás estaban fuera, trabajando, en el mejor de los casos…- que nuestro color era el rosa pastel; que los mejores regalos –si había dinero para comprarlos- eran muñecas, juegos de té; cocinitas, casitas y hornitos; todo artículo doméstico en pequeña edición y lo adecuado para una niña; así también los falsos cosméticos; los vestidos; los moños; las flores. Si no había obsequios, entonces eran las obligaciones compartidas con la madre, desde el cuidado de los hermanos, ancianos y enfermos de la familia; hasta resolverle parte del quehacer de casa y en el más desafortunado de los ejemplos, partirse los días en el campo; en el negocio, en otra casa, en el puesto, en la tiendita o vendiendo dulces en la calle.

Ya desde entonces nos pegaban en la frente, la letra, la etiqueta del rol desigual en sociedad; de las reglas, expectativas y deberes que exigen acorde a nuestro género, ¿Quiénes? -El Estado que nos mira y nos quiere tutelar como menores de edad; las instituciones eclesiásticas y religiones; los usos y costumbres; las tradiciones; los hombres y el resto de las mujeres mayores-.

De muy pequeñas, nos metieron en la construcción de la futura madre, esposa y por supuesto de la fámula –la esclava, peona, rea, según el grado de ignorancia y dominio patriarcal-. El aprendizaje contemplaba también ser organizada; diestra en las labores del hogar –cocinar, planchar, lavar, limpiar, decorar…-Había que ser o pretender ser muda, sorda, ciega…”porque calladita te ves más bonita”. Un poco tonta, inútil y frágil “para que el instinto protector del hombre se sienta intacto, apreciado y necesitado”.

Había que serlo o parecerlo. Bonita como las muñequitas; como las niñas ricas; como las de la tele, para aspirar a tener la misma “buena suerte”; es decir, para cazar a buen marido, la única misión. Ser muy lista para granjearse los favores, mimos y pesos del gran señor –el esposo, el padre, la figura masculina al mando- y también ser muy “prudentes” para aguantarlo todo y perdonarlo todo, en la lógica de convertirse en la sacro santa madre resignada, auto-sacrificada; dócil y sumisa que todo lo comprende con la grandeza de su corazón y alma inigualable y abnegada. Digna del mayor homenaje social y familiar.

Rarísimo querer tener una bicicleta; un rompecabezas; juegos de creatividad, digamos más didácticos o complicados y de nuevas tecnologías. No son juegos de niñas. Éramos las princesitas; las muñequitas entrenadas cuidadosamente desde temprana edad para convertirnos en las “reinas del hogar”. Corona, cetro y reino, a cambio de obedecer, aguantar, callar, servir y atender al rey o reyezuelos y a los temas domésticos, exclusivos para mujeres; denigrantes para la labor masculina. Y para aquellas nacidas desfavorecidas en entornos de pobreza, más ignorancia, nulas oportunidades para rebelarse, sumidas en desesperanza, la temprana gravidez; las violaciones; la venta de su persona como objeto; el destino más doloroso; el pozo de soledad.

En aquellos años nos decían que el himen era el símbolo más preciado de nuestro honor y el de la familia y que había que cuidarlo con todo y defenderlo de todos. Los temas escabrosos del sexo, la reproducción y de la sexualidad, eran los tabúes –cosas sucias, impuras, ocultas, pecados-. Las mujeres que vivieron antes que nosotras, poco se enteraron de lo que era un orgasmo y de cómo lograrlo. Desconocían su cuerpo y sus emociones más profundas. Temían descubrirse y vivir a plenitud su vida sexual. Vedado el tema para una “señorita decente”. Y si por alguna razón algo se sabía, el reproche general y la sospecha del libertinaje o ligereza de cascos –los de las yeguas-, era señalamiento con castigo seguro.

Las que pudieron, tuvieron acceso y posibilidades y sus padres lo permitieron, estudiamos. En mi caso, salí barata. Estudié en puras escuelas públicas. Ya en mi época, prepararse era importante y yo quería saber, estudiar y prepararme bien. Quería aprovechar las posibilidades y abrir horizontes para después, apoyar, ayudar hacer algo por tantas miles recluidas en los muros del machismo, de la violencia y de la pobreza; además de la desinformación, la invisibilidad y la castración de sus derechos fundamentales.

Primero fui maestra de primaria y noté la reverberación del modelito de inequidad en las aulas. Hace 30 años todavía las mujeres y las niñas vivíamos en un mundo absorto de prejuicios, roles impuestos y mucha falta de información. Al mismo tiempo en la Universidad, conocí a varias chicas que estudiaban una carrera “mientras me caso”. Eran las MMC. Y a las que ya trabajábamos a los 18 años, nos miraban con desdén. No encajábamos en el prototipo ni de las casaderas ni de las colegialas izquierdosas y hasta comunistas, es decir las contra todo. Éramos en mi clase, apenas 2 o 3 que ya devengábamos un salario.

Recuerdo bien que cuando recibí el primer cheque, me sentí libre. Y si las tradiciones dictaban que debía darle la quincena completa a mi madre, las rompí. Me hostilizó, pero le aporté lo justo y lo demás lo dediqué a mis estudios y requerimientos. Desde adolescente entendí que para ser autónoma y poder autogobernarse había que tener independencia financiera y esa condición la daba el dinero, el sueldo, producto de un buen trabajo resultado de los estudios; de la disciplina y responsabilidad y, de la defensa de la libertad de pensamiento y acción.

Reconozco. Fui revolucionaria en mi tiempo y sufrí las consecuencias por trasgredir las reglas propias de mi condición de género, acorde al modelo androcéntrico, que persiste.

Hoy las niñas y adolescentes, agradecen otros presentes; dádivas y premios. Desde un celular, iPhone, iPad, iPod, una lap; una computadora; ropa colorida a la moda; una sesión en el salón de belleza; la mensualidad del gimnasio; un viaje; una beca al extranjero o en escuela privada prestigiada; una fiesta con luz y sonido; las suertudas pueden acceder a fiestas privadas en habitaciones de hoteles, restaurantes elegantes, antros in; permisos para salir de noche; ropa, zapatos y accesorios de marca o clonados; hasta tatuajes y demás.

Las otras, millones de adolescentes, niñas y mujeres que siguen padeciendo pobreza, discriminación, violencia en las formas más cavernarias, apenas se enteran de sus derechos humanos y sufren la más ruda de las formas de exclusión y de invisibilidad. Su futuro es desolador.

Si bien es cierto que las condiciones socioeconómicas aperturan opciones cambios y de empoderamiento, las patadas que hunden y lastiman, que no respetan y soslayan los derechos de las mujeres son las mismas en su origen aunque en dimensión y en intensidad más terrible donde la marginación y la precariedad, son el diámetro.

El internet ha puesto al alcance de las generaciones nuevas, más información sobre los abusos y violencia contra las mujeres; sobre la sexualidad; sobre los derechos de las mujeres. Hay mucha información y también desinformación, pero al fin y al cabo, hoy las niñas, jóvenes y población femenina en general está más consciente de sus derechos; de las formas de violencia que seguimos sufriendo; de la discriminación y de las rutas y foros de lucha, expresión y contribución para combatir la desigualdad, las injusticias y la inequidad, porque en pleno siglo XXI aún y pese a los avances en el empoderamiento, derechos reconocidos en leyes nacionales y campañas a todo nivel a favor de la igualdad sustantiva y de la equidad, a diario y de alguna o de múltiples maneras, las mujeres seguimos bajo el yugo de sociedades de doble moral y de Estados que dan brochazos a los derechos femeninos, pero que poco resuelven para reeducar tanto a hombres como a mujeres en el orbe, sobre la perspectiva de género.

Si bien la sociedad del conocimiento, nuevas tecnologías y un mundo más interconectado ha ido estrechando el hueco de desinformación, distorsión, prejuicios e invisibilidad, las chicas, niñas, jóvenes y mujeres de hoy, más liberadas y autónomas en conductas; más determinadas a decidir su rol en comunidad; con acceso a otros modelos de participación y expresión, aún sufren acoso y violación sexual en la calle, en la familia, en el lugar de trabajo y escuelas; la violencia ha descubierto sus distintas fases y fauces, que se reproducen subliminalmente bajo símbolos de sexismos, etiquetas discriminatorias e impuestas por sociedades que se niegan a abandonar el androcentrismo y la cultura patriarcal y que quieren seguir imponiendo deberes y posiciones laborales, oficios y profesiones por género; apariencias, modas y prototipos. Y aún en los países donde por subcultura machista e interpretación religiosa, hoy las mujeres siguen siendo laceradas, anuladas, desaparecidas y restringidas en sus libertades y derechos fundamentales, como en el mundo islamista, ya se percibe una mayor concientización; protesta, organización y batalla por la conquista legal, social, económica y política de más espacios y posibilidades de manifestación, que por lo menos dan canal a las voces que reclaman y toman posicionamiento por la Igualdad sustantiva; por la equidad y perspectiva de género y por la No violencia y No discriminación.

Así vale recordar que en septiembre pasado desde ONU Mujeres se lanzó la iniciativa solidaria global HeForShe, en la que por vez primera se involucra a los hombres en la lucha contra la violencia, la discriminación y la trasgresión de derechos de las mujeres. Convoca a los varones a ser “agentes del cambio” para alcanzar la igualdad de género; para tomar acciones contras las desigualdades y así reivindicar los derechos de las mujeres desde sus respectivos entornos socio- económicos y políticos, en todo el mundo. ONU Mujeres eligió bien a la embajadora de Buena Voluntad para difundir y agrupar simpatías, en la persona de la joven actriz británica Emma Watson quien en célebre discurso muy ovacionado por cierto, sorprendió por su determinación y compromiso para que HeForShe abra camino en la lucha.

Esta plataforma al día de hoy suma más de 1.3 billones de acciones en el globo, de las que en México, acorde al registro, hay más de 38 mil compromisos de activistas, seguidores, hombres y mujeres que opinan sobre las prioridades que en nuestro país urge atender para cerrar la brecha de la desigualdad contra las mujeres. Así resaltan los rubros de educación, trabajo y violencia; seguidas de salud, identidad y política.

Y es que en los números globales, hay avances, pero lentos, lánguidos y aún no muy aterrizables del todo en la realidad cotidiana de las mujeres en México y en el orbe.

En el último Gender Gap Report 2015, el Foro Económico Mundial que mide cuatro pilares: Participación y oportunidades económicas: salarios, participación y liderazgo; Educación: acceso a niveles básicos y superiores de educación; Empoderamiento político: representación en estructuras de toma de decisiones y, Salud y supervivencia: esperanza de vida y proporción hombre-mujer, comparte datos importantes  a diez años de haber iniciado sus cálculos y recomendaciones, entonces a 109 y hoy a 145 países, gobiernos y sociedades.

De entrada subraya que en esta década, América Latina y el Caribe es la región que más adelantos ha logrado, seguida de Asia y el Pacífico; África Sub-Sahariana; Europa y Asia Central, Medio Oriente y el Norte de África y por último Norteamérica.

Así son Nicaragua y Bolivia los más fuertes en nuestra región, antes que Nepal, Eslovenia y Francia. Los que han superado su atraso son Arabia Saudita por elevar las oportunidades y participación económica de las mujeres; Burkina Faso por acceso a la educación; Georgia por salud y supervivencia y ciertamente Bolivia, por avanzar en el empoderamiento político de las mujeres.

De los 109 países permanentemente evaluados, en 103 la brecha de desigualdades se ha reducido pero en 6 se ha deteriorado: Sri Lanka; Mali; Croacia; República Eslovaca; Jordania e Irán. En tanto, los países nórdicos continúan arriba en su modelo de paridad de género, -en orden: Islandia, Noruega, Finlandia, Suecia, Noruega-, los verdaderos cambios se han dado en países de menor ranking.

A pesar de que desde 2006 hay más de un cuarto de billón de mujeres en el mercado laboral, la disparidad o inequidad salarial subsiste. Las mujeres productivas en el mundo y desempeñando actividades, encomiendas o en el mismo puesto que un hombre, perciben un sueldo que raya de entre el 10 y el 30% menos que ellos. Vale decir que en México, las mujeres ganamos 40 centavos menos que un hombre por la misma responsabilidad. ¿Les suena?

En el análisis comparativo en la década arroja un dato que ilustra la brecha de desigualdad económica, laboral y salarial. En 2006 las mujeres ganaban el 40% menos que los hombres por la misma actividad. Diez años después las mujeres tenemos un salario igual al de ellos de 2006, pero hoy, en el 2016 ellos perciben sueldos casi por el doble que nosotras.

El Reporte revela que la brecha de desigualdad en la década se ha cerrado en sólo 4% en salud, educación, oportunidades económicas y políticas, concluyendo en lo económico con 3%, lo que sugiere que tomará 118 años –hasta 2033- para cerrar esta indignante disparidad por completo.

Las diferencias en educación para las mujeres se ensanchan en 22% de los países encuestados. En 97 de ellos, desde 2006 ha crecido la matrícula femenina en universidades;  pero hay una mayoría de mujeres trabajadoras especializadas y más capacitadas sólo en 68 países y sólo en 4, las mujeres detentan puestos de alto nivel político, lo que significa que si bien hoy las mujeres están mejor preparadas y dominan por número, más aptitudes laborales que los hombres, no existe una correlación equitativa entre su estatus educacional y las oportunidades de empleo y de salario parejo que les permitan elevar su estándar de vida. Situación muy conocida y despreciablemente padecida por muchas de mis gentiles lectoras.

En el caso específico de México, el GGR 2015 posiciona a nuestro país en un universo de 145 países en el lugar 71 -en 2006 con 109 países ostentaba el sitio 75-, lo que continua demostrando que la desigualdad ha ido cerrándose con lentitud. En la evaluación por pilares, en Participación económica y oportunidades sale casi reprobado con el lugar 126 global y por rubros los rankings son bajísimos: en participación en la fuerza laboral, tiene el 121; en paridad salarial, el 128; en ingresos, tiene el lugar 113; en profesionales y técnicos, el lugar 99 global.

En cuanto a logros en Educación, el sitio global es el 75 y por rubros calibrados: alfabetismo, lugar 83; en educación preparatoria México tiene el lugar 100, pero ya en educación primaria y secundaria ha alcanzado el primer lugar global; es decir que casi ha sellado la desigualdad.

En Salud y supervivencia, nuestro país ya logró el primer sitio global, lo que representa un gran avance así como en los rubros de porcentajes de nacimientos por género y por expectativa de vida, que raya apenas la frontera de la Igualdad.

En cuanto al Empoderamiento político, en el global, el lugar para México es el 34 y por rubros como el de Mujeres parlamentarias –legisladoras- ya está en el sexto lugar; pero en posiciones de Gabinete de gobierno, en el 75; en años con una Jefa de Estado, evidentemente no hay ni ha habido, está en el sitio 64 global.

De aquí que acorde al WEF GGR 2015 sólo en Educación y en Salud el avance existe aunque es raquítico y en 10 años ciertamente acompasado, como lo registra el INEGI. Con respecto al analfabetismo el promedio nacional es de 5.8%. Pero sube cuando el análisis es por género; el flagelo se eleva en 6.6% en las mujeres y se queda en 5% en los hombres. En números: De los 4 millones 749 mil 57 de mexicanos aún analfabetas, lamentablemente el 61.5% son mujeres.

El INEGI también revela que en cuanto al mercado laboral y participación femenina en la economía, las mujeres suman el 35.1% de la población total ocupada en el país, en donde las
“Funcionarias, directoras y jefas”, sólo llegan al 37.8% y ellos siguen arriba con el 75%.

Pero la cuestión cambia cuando se trata de cargos y oportunidades laborales de menor prestigio social, de baja remuneración y mayores niveles de subordinación”: así desarrollando tareas como “Trabajadoras auxiliares en actividades administrativas” el 59.8% son mujeres; laboran en el 48.3% como “Comerciantes, empleadas en ventas y agentes de ventas”; llegan al 44.8% como “Trabajadoras en servicios personales y de vigilancia y al 44.5%, como “Trabajadoras en actividades elementales y de apoyo”.

En referencia al trabajo no remunerado, las mexicanas aún padecen la falta de equidad y corresponsabilidad de los varones en el desempeño de la doble o multi jornada. El INEGI destaca que mexicanas de 12 años y más dedicamos en promedio 48.55 horas de la semana para las tareas de cuidado de la familia; limpieza de la casa; preparación de alimentos y demás labores domésticas, mientras ellos sólo le entran con 19.57 horas semanales, aún y ambos tengan trabajo fuera de casa.

El INEGI subraya en la Encuesta Intercensal 2015, el trabajo no remunerado de las mujeres llega a 3.1 billones de pesos –el 18% del Producto Interno Bruto-. Lo que significa que en 2014, cada mexicana devengó lo correspondiente a 47 mil 400 pesos netos anuales por su trabajo en labores domésticas y de cuidados no remunerados. Entonces nos salen debiendo.

Otro dato revelador es el aumento de los hogares con jefatura femenina que en los últimos 5 años ascendió de 6 millones 916 mil 206 -el 24.6% del total- a 9 millones 266 mil 211 hogares con una Jefa de familia como única proveedora, lo que es muestra no sólo de la ruptura de esquemas arcaicos; sino de la independencia y del autogobierno de sus vidas. Y sí, las mujeres podemos, solas.

Este año, ONU Mujeres ha fortalecido su misión para lograr que de este año al 2030, la Agenda global sea inclusiva; que el liderazgo económico, político y social de las mujeres sea plenamente reconocido –porque no lo es- y el avance femenino pese equitativamente en los órganos de toma de decisiones en el orbe. El propósito es lograr un planeta 50-50 y ya de una vez, “Dar el paso por la Igualdad de género”.

Este 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, como cada año, se recordó a las mártires pioneras de la lucha por el respeto y ejercicio de los derechos de las mujeres y de la Igualdad, equidad y justicia insoslayables, que deben garantizarse y ejercerse a favor de la otra mitad de la población del orbe. Se agradecen las felicitaciones, las flores, los videos, las frases, actos y eventos, todo todavía todo con cargas muy sexistas, que no vemos aún en su significado ni en su perversa intención. ¡Alerta, mujeres!

Las mujeres de este siglo debemos aprender a descubrir y a rechazar los estereotipos que nos invisibilizan, nos marcan y nos refunden a los roles tradicionales machistas.

Debemos observar con claridad y entender que sólo podremos celebrar cuando las brechas se cierren para siempre; cuando nadie acose, viole ni asesine a mujeres sólo por serlo; cuando se borren los prejuicios irracionales y agresores de nuestra dignidad; cuando las apariencias impuestas y etiquetas superfluas dejen de definir nuestro rol colectivo, productivo y de empoderamiento; cuando las oportunidades laborales y profesionales sean medidas y otorgadas por la capacidad y talento que tenemos y no por otras sucias, corruptas, sexistas y machistas decisiones; cuando los salarios sean parejos y justos al nivel y preparación y no por la discriminación por género; cuando los sexismos y los estereotipos que nos anulan, nos castran y nos sumen en la invisibilidad se erradiquen; cuando los derechos nuestros se respeten y se reconozca la aportación fundamental en la construcción y fortalecimiento de sociedades integradas, más prósperas, en crecimiento y bienestar equitativo; más desarrolladas y más democráticas.

Cuando millones de hombres y también de mujeres renuncien a segregarnos, a mutilarnos y a arrinconarnos en el subsuelo de la falsa tutela; de la ignorante inferioridad que suponen debemos aceptar, mudas, sordas, ciegas y lerdas; cuando dejen de tenerle miedo a la fuerza de avanzada y de transformación que las mujeres tenemos, como humanas; como propietarias únicas de nuestros cuerpos y únicas responsables de las decisiones sobre nuestra forma de vestir, de actuar y de alternar en sociedad y por supuesto, también de nuestra vida sexual y salud reproductiva; cuando nos reconozcan como lideresas y como ciudadanas de primera -estatus que aún nos niegan en los hechos-.

Cuando los perpetuadores del sexismo, la violencia y de la discriminación acepten de una vez, que para crecer, se necesita de la contribución y participación de las mujeres en Igualdad y en Equidad, en respeto a los derechos fundamentales, porque ellas, nosotras somos las reales agentes del cambio que les urgen a los países del mundo.

Señoras, señores. Somos iguales en reconocimiento de nuestras diferencias. El planeta no les pertenece; tampoco el poder. No. El tema es un mundo parejo, 50-50. Esta es la única fórmula efectiva del desarrollo.

Falta mucho por aprender, por ganar, por vencer y por resolver. La lucha sigue; estamos dando el paso y estamos avanzando; ya nadie nos detiene.


















DE CORRUPCIÓN, DESPOJO Y VERGÜENZA ¡YA BASTA!

Rebeca Ramos Rella

Tal vez le apuestan a la pérdida de la capacidad de asombro de los ciudadanos. A la apatía; a la indiferencia. A la resignación social que entumida y desconfiada, simplemente no protesta; no alza la voz; menos expresa el desprecio. Esperan que simplemente derrape en la desmoralización que paraliza y que renuncia a manifestarse –porque la sociedad piensa y concluye- que nada se puede cambiar; que todos son iguales; que siempre es y será lo mismo.

Pero este año es de elecciones y desde hace dos meses y por el resto, todo es y será “electoral”: decisiones, discursos, anuncios; mejoras, programas, obras y acciones de gobierno; también llevarán la vena de la contienda, las críticas, acusaciones, filtraciones; descalificaciones, pleitos, exhibiciones, rumores y demás hábitos nefastos que sólo evidencian la carencia y exclusión de propuestas inteligentes y viables; de compromisos cabales a cumplir y, de talento y responsabilidad social y política de precandidatos y candidatos y esta vez, también de pre y candidatas porque la ley obliga a los partidos a presentar candidaturas 50/50 para cubrir la equidad de género, según… -ya veremos si la otra mitad demuestra nivel, inteligencia, conocimiento, representatividad real y profesionalismo o si sólo van de relleno las amigas, las esposas; novias, tías y adjuntas-.

Cuando todo se pinta “electoral” las dudas crecen y el discurso se abarata. Se dan con todo; partidos, precandidatos, después candidatos y dirigentes. Ya no se sabe dónde está la verdad, la difamación y la podredumbre.

Los ciudadanos nos volvemos rehenes de la esgrima verbal que escupe improperios, sospechas y mugre; somos espectadores lánguidos y aburridos frente a la carnicería. Unos buscarán simpatías a través del mensaje del cambio; otros, con promesas y acusaciones; otros capitalizarán errores y excesos que crecen el rencor ciudadano, aspirando a ganar con el voto de castigo o por el descarte.

La crisis de confianza social en los partidos políticos; en sus legisladores; en líderes, pre y candidatos y estructuras de elite ya es añeja. Y se refuerza cuando ya sentados en las curules, en los escaños y en las sillas de gobernantes, se desnudan sus ambiciones y genuinas intenciones. Y un día cometen el yerro y la cloaca se destapa.

El poder obnubila. El poder enloquece a los torpes y resentidos y a los “inteligentes”, los marea, -se dice-, pero en realidad hay que reconocerlo objetivamente, la consolidación de nuestra democracia que aseguran los especialistas inició en proceso de transición a partir de 1988 y que en el transcurso del tiempo ha permitido contiendas más competidas; un sistema electoral autónomo – más ciudadano- y en permanente reforma; la alternancia en el mando y la proliferación de opciones partidistas –algunas como meros negocios facciosos o para diversificar la oferta y las alianzas político -electorales entre los grandes partidos y la chiquillada- se ha estancado en el desprestigio total de la política, del servicio público y del oficio político, gracias a que nadie –ningún color ni logotipo- se salva de las tentaciones del poder que representan el acceso a privilegios, exuberancias y lujos; al robo –hoy más cínico, abierto y voraz- y a la manipulación de recursos públicos; a la corrupción y la impunidad; a la arbitrariedad y prepotencia; al abuso y opacidad; a la complicidad y la mentira que se enreda y no termina.

Hoy para la población, la política significa la institucionalización del despojo a la Nación.

No sólo es el saqueo de los dineros públicos y sobre las obras necesarias y programas estratégicos para impulsar desarrollo, seguridad y bienestar. No. También se desvalijan las posibilidades de una vida digna, productiva, tranquila y exitosa. En igualdad de oportunidades para todas y todos, como tanto prometen los que quieren convencer para ganar en las urnas y luego, desdecirse en la acción.

La percepción social de las y los políticos y de la cúpula que gobierna, legisla, manda y “administra” la riqueza nacional siempre ha sido de desconfianza. Y desde que el sistema político-electoral ha expandido opciones partidarias, el desencanto se ha profundizado pues ya vemos que los hay corruptas y corruptos, falsas y falsos, abusivos y cínicos en todos los partidos, en los órdenes de gobierno y en los Poderes del Estado. Incluso en los órganos autónomos.

La pluralidad política representada en todos los niveles institucionales no ha sido la vacuna contra la corrupción, la impunidad, la prepotencia, el resentimiento social por discriminación económica y clasista que la elite gobernante promueve, perpetúa y exhibe.

El abuso del poder ha ido desplumando las esperanzas de los mexicanos por décadas. Más si dice el Coneval que en los últimos 20 años, la capacidad adquisitiva no ha crecido y que combatir la pobreza será difícil si no hay salarios a la alza. Ciertamente sólo han subido los sueldos de las elites políticas y gubernamentales. A los demás, las tijeras. La nomenclatura le cobra a las bases trabajadoras, sus dispendios y pillajes. Bajan sueldos, pagan menos, degradan. Y si no gusta, si se expresa inconformidad, ni remedio, la amenaza es ir a engrosar el ejército de desempleados. Trafican con las necesidades básicas de la plataforma productiva a cambio de la sumisión y de la supervivencia indigna.

El Gobierno federal recién anuncia que suben las tasas de interés; que habrá recorte al gasto público – para oxigenar a Pemex- y que ya no habrá subastas de dólares; serán a discreción. El desplome del peso frente al dólar y del precio del barril del petróleo, son las causas. El entorno global impacta. Cierto. Pero ¿Qué medidas se toman contra otros orígenes de fugas de recursos públicos?

Ya lo han reportado, hace unos meses, el Imco y el Cide en un estudio de la Anatomía de la Corrupción en México. La corrupción lacera el crecimiento económico de entre un 2% y 10% al PIB, - es decir entre 26 mil millones y 130 mil millones de dólares-. Sostiene que la corrupción inhibe inversiones en un 5% y que el costo para las empresas por el flagelo es igual, al 5%.

Hace unos meses en una encuesta de fraude y corrupción de KPMG –empresa que da servicios de auditoría, fiscales; de asesoramiento financiero y de negocio en 156 países del orbe- ha mostrado que el 44% de las empresas en México reconocen haber pagado mordidas o “diezmos” a gobiernos de todo orden. El Inegi ha publicado que en promedio, los hogares mexicanos pagan al año más de 4 millones de sobornos por servicios públicos.

Otras instancias como el Foro Económico Mundial afirman que por la corrupción el hoyo para la economía nacional es de 2% del PIB; el Banco Mundial y el Banco de México calibran que el daño llega al 9% y el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado asevera que el hueco es del 10%.

Pero ya nos enteramos que la dependencia gubernamental encargada de la vigilancia, rendición de cuentas y del desempeño “honesto y legal de los servidores públicos”, la Secretaría de la Función Pública, paga en viajes al extranjero para sus empleados anticorrupción de alto nivel, cenas con caviar y champaña y omite simulaciones en comprobaciones de viáticos. De todos modos nadie les cree nada desde la sesgada exoneración por las investigaciones de famosa Casa Blanca de las Lomas.

También sabemos que un alcalde que confiesa abiertamente haber robado “poquito”, sigue impune y libre; que si no hay motín y masacre en el penal de Topo Chico, nadie se hubiera ocupado de la corrupción de funcionarios dentro de la cárcel que solaparon el absoluto libertinaje, matazón, privilegios y abusos; que para que El Chapo escapara, billeteó a toda una red de omisos, corruptos y almas vendidas de servidores públicos dentro y fuera de Puente Grande.

Asimismo hace meses que nos han informado los medios de comunicación y las chismosas y puntiagudas redes sociales que ahora las y los políticos de todo signo partidario, no sólo son corruptos, codiciosos y ladrones. También se coluden con el crimen organizado y con los carteles de narcos para desde el púlpito del poder, favorecer los intereses de los “traficantes de la muerte” como los ha rebautizado el Papa Francisco.

Así, una gerente de ventas de una inmobiliaria se convierte en flamante diputada local por el PAN; quien desde tribuna insistía en la salida del Ejército de Sinaloa, que dizque por violaciones a los derechos humanos en poblaciones de su distrito. Pero la verdad sale y ya conocemos sus propósitos. La señora muy cercana a los afectos diversos de El Chapo, mantenía ligas con él, preso y después ya huido, en el festejo de Año Nuevo.

Tampoco nos queda ninguna duda de que a 17 meses de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, los culpables del secuestro y muerte, los unos y los otros, “el Diablo con quien no se dialoga porque siempre gana” sigue diciendo el Papa, son los narcos en disputa de plazas en Guerrero por el negocio de la amapola; son los mismos que respondían a las órdenes del Presidente Municipal de Iguala y de su sanguinaria cónyuge, ambos distinguidos militantes del PRD, amigos de López Obrador; ambiciosos de ascender en más posiciones políticas con la venia del Comité Nacional de ese partido y apoyados en todo por el derribado y aun inexplicablemente impune, exgobernador de Guerrero, quien afirman muchos, ha sido muy cuate del Presidente.

Ni cómo defender a un personaje tan farsante y desfachatado como el exdirigente Priista nacional, el “Profe” Humberto Moreira a quien ventanearon y luego exoneraron, sorpresivamente las autoridades españolas, pero quien ante los mexicanos con memoria, no pasa la prueba de la pulcritud y honorabilidad en el servicio público. No sólo dejó a su estado en la bancarrota, sino en desplante monárquico heredó el cargo de gobernador a su hermano, en las meras narices del discurso reformista, de modernidad y cambio del presente Gobierno federal. Y en el colmo del cinismo, nos anuncia que seguirá en las lides políticas –claro dañando más la imagen del PRI- como posible candidato. Y que sirva un tache para el admirado transformador y operador de 10 que es el líder Beltrones, que salió en férrea defensa del Profe corrupto. ¿Pero qué necesidad de proteger así a uno de los peores priistas?

Pero ya lo compartió en un estupendo estudio la analista y académica María Amparo Casar. En 2015 se reportó una pérdida de recursos públicos por corrupción e impunidad por 65 mil millones de dólares, -el 5% del PIB desviados, ultrajados, saqueados- al año.

Casar lapida a la clase política nacional y a todos los partidos con el lema que ensalza su desempeño institucional totalmente turbio en el “Tapaos los unos a los otros”. Y lo vemos, de esas tapaderas, a veces explota el drenaje y de algo en firme nos enteramos o lo vivimos o lo padecemos. Pero nos indigna y desmoraliza y peor, atasca el crecimiento del país.

Ya no pensemos en las campañas políticas que se acercan. ¿Cómo saber o cerciorarse de la honorabilidad de candidatas y candidatos? ¿Cómo podrán los votantes estar seguros de que el sonriente prometedor que reparte compromisos, billetes y demás “apoyos” no está ligado con algún grupo criminal?

Esta “verificación” toca a los partidos políticos que como ya hemos atestiguado a la hora de las revelaciones de los suyos con narcos, criminales, extorsionadores, asesinos y demás alianzas, coaliciones, amistades incómodas, compromisos ocultos, intereses de facción, no atinan en aclarar quién postuló a quién; quién recomendó y palomeó listas; quién protege a quién? Se echan la bolita y se muestran torpes, anudados, irresponsables para explicar lo indefendible.

En promedio el 85% de la población en los 32 estados del país percibe corrupción en el sector público, que además califica inmisericorde a las instituciones más corruptas: A los partidos políticos, con 91%; a la policía, con 90%; a los funcionarios públicos y al Poder Legislativo con el 83% y al Poder Judicial con un 80%. Los peores.

Así lo refleja el Índice de Percepción de la Corrupción 2015 de Transparencia Internacional, en el que una vez más México cava el último lugar –el 34- como el país más corrupto entre los 34 miembros de la OCDE. Y en los foros internacionales donde México aspira a consolidar su “liderazgo y responsabilidad global”, las posiciones son parecidas: en la evaluación mundial, entre los 9 países miembros de los BRIC’S, vamos muy corruptos en el lugar 7; entre los países del G20, estamos en el 17 y sacamos la posición 10 de los 11 que conforman el Acuerdo Transpacífico. ¡Qué vergonzoso! Vamos parecidos en raterías a Filipinas, Armenia y Mali y muy debajo de otros como Panamá, Perú, Trinidad y Tobago, Jamaica, Brasil y Colombia.

Cierto es que ningún país en el orbe logra los 100 puntos de transparencia. El mejor calificado fue Dinamarca con 91 puntos y el peor fue Somalia en el lugar 167. México quedó en la posición 95 del global de 168 países. Apenas en 2014, sostenía el lugar 103. La caída es de 8 posiciones.

Ahora ¿Por qué hay mejores y peores? ¿Qué es lo que mide Transparencia Internacional? Calibra altos niveles de libertad de prensa; acceso a los ciudadanos sobre la información de presupuestos -de dónde viene el dinero y cómo se gasta-; destaca altos niveles de integridad entre quienes ocupan cargos públicos; remarca en un gobierno abierto que no rehúye la rendición de cuentas; evalúa al Poder Judicial que no distingue entre ricos y pobres y que es independiente de otros sectores del gobierno y Poderes.

Los que fallan, como México, arrojan características deplorables como gobernabilidad deficiente; instituciones públicas frágiles y porosas, como la policía y el Poder Judicial; carencia de autonomía de los medios de comunicación; conflictos y guerras; analiza el escenario de sobornos, actos de corrupción impunes e instituciones públicas que no solucionan ni atienden los requerimientos y demandas sociales.

El reporte sentencia que “La gran corrupción es el abuso de poder en las altas esferas que beneficia a unos pocos a costa de muchos y provoca perjuicios graves y generalizados a las personas y a la sociedad. Muy a menudo, este tipo de corrupción queda impune”.

En su comunicado del mes pasado, Transparencia Internacional convoca a los ciudadanos a organizarse, de forma individual o grupal para denunciar y trabajar intensamente en la expulsión de los corruptos y referencia los resultados logrados en Guatemala, Sri Lanka y Ghana, el año pasado. Invita a todos a votar en la encuesta que aparece en unmaskthecorrupt.org. y, a generar un movimiento de resistencia contra la gran corrupción.

Concluye: “Es posible ganar a la corrupción si trabajamos juntos. Para erradicar el abuso de poder y el soborno y sacar a la luz negociaciones secretas, los ciudadanos deben decir al unísono a sus gobiernos que ya han tenido bastante”.

Debemos despertar del letargo. Lo que nos pasa lo hemos permitido. No debería sorprendernos ni tampoco paralizarnos. En México la corrupción es estructural; es parte de la condición humana y también es consecuencia de un sistema político vertical, arcaico y arbitrario que en círculo vicioso mantiene a la corrupción más viva y más cínica que nunca.

En estos tiempos que vivimos y en la antesala de un proceso electoral estratégico para la cúpula política nacional, ya que se renovarán las gubernaturas en 12 estados que significan el 36.8% del total del padrón electoral y que producen el 27.9% del PIB, según un especialista, los ciudadanos hemos de exigir a los partidos y a las y a los flamantes suspirantes al poder, integridad, honestidad, manos limpias, ética y cultura política; compromisos reales que se traduzcan en hechos y acciones contundentes para abatir pobreza y desigualdades y también, para desterrar a la corrupción y a la impunidad sin pretextos, sin miedos; para clausurar las tapaderas y acuerdos oscuros que sólo dañan más al país, al ánimo social y que sepultan la confianza ciudadana en instituciones y en servidores públicos.

El Papa, un líder religioso, más político que predicador, se llevó algo más que los cánticos y porras de los devotos. Partió con la certeza de lo que vio: “el dolor por la violencia, los secuestros, los asesinatos y las violaciones que dañan a tanta gente pobre…” Y siguió la crítica: “Un cuerpo (el pueblo de México) tan a menudo herido, un pueblo tan a menudo oprimido, despreciado, violado en su dignidad…”

Pues ya es suficiente. Dejemos de ser las y los heridos, oprimidos, despreciados y violados. Ya no seamos víctimas. No resistamos al mal. Ellas, ellos, los que quieren el poder, querrán el voto muy pronto. Escucharán lo que tengamos que decirles, proponerles y reclamarles. Y estarán atentos –preocupados- por la movilización social, los jaloneos y efervescencia que incitan campañas y contiendas. Exijamos a las y los candidatos, congruencia, honor, trabajo, honorabilidad y resultados. Que sientan el marcaje, vigilancia y evaluación ciudadana. Es posible presionar para alentar cambios. Cada quien desde su trinchera y espacio individual puede aportar. Es posible corregir el rumbo y salir del pozo. Caiga quien caiga.

Dejemos de ser un país de corruptas y de corruptos; dejemos de ser una tierra donde los traidores a la Nación siguen impunes despojándola. Dejemos de sentir vergüenza.
Ya es hora. Digámoslo. Hagámoslo: ¡Ya basta!

rebecaramosrella@gmail.com













DE ADORADORES Y VENGADORES: LA REVANCHA PERFECTA

Rebeca Ramos Rella

¿Reírse? ¿Llorar? No tienen remedio. Casos perdidos. Los adoradores y las adoradoras de siniestros personajes; su fascinación y fanatismo; su dispensa casi compasiva; su justificación irracional que derrapa en el ridículo y en lo incongruente con respecto a los delitos, crímenes y horrores cometidos, documentados y evidenciados que éstos malignos seres han ideado, ejecutado y pretextado, son igualmente espantosos.

Una no da crédito a la capacidad de seducción, manipulación y granjeo de apoyos y simpatías que pueden lograr estos alfiles del averno y cínicos sanguinarios en las personas; en los jóvenes y niños; en personajes dizque educados, con mínima o media preparación –lo que significaría una dosis de criterio y de ciertas habilidades de raciocinio y reflexión-.

Por dinero; por la promesa; por el poder; por la redención; por la revancha es posible que mentes torcidas identifiquen la debilidad, la amplia ignorancia; el odio, el rencor; la impotencia por desigualdades; la desesperanza y también la miopía y enanismo mental de quienes aceptan y compran su letanía de pretextos y su causa y los respaldan sin detenerse a pensar si es lo correcto acorde a los valores humanos universales; si es lo legal; si es lo viable o lo ideal; si es lo humano; si es la única o la mejor opción.

Si de plano ya no hay de otra para expresar el resentimiento individual y social contra las instituciones inefectivas; carcomidas por la corrupción, por la burocracia obesa, floja, inservible y lenta. Si es el camino en despoblado que queda para manifestar y hacer valer y hacer oír, el hartazgo, la desconfianza, la decepción, la apatía, la condena y el repudio al Estado y a los gobiernos; a los partidos, ideologías y al quehacer político; a los regímenes políticos y a los modelos de desarrollo que no cuajan; que no representan; que no transforman ni salvan ni benefician del todo; que no terminan de aterrizar mejoras y dignidad de vida.

Si este es el mágico recurso para protestar contra el desempleo, bajos salarios; discriminación, explotación y desigualdades; por los precios encumbrados; por la vida de supervivencia al día y para millones, ni para el día porque no alcanza; porque no hay oportunidades suficientes, bien remuneradas, equitativas para ser productivos efectivamente en sus comunidades, que convenzan a los jóvenes; que garanticen a los niños primero, educación de calidad; salud accesible en servicios y en atención; vivienda y entorno decorosos, seguros y funcionales…entonces los más cruentos e hipócritas; los megalómanos insaciables; los más despreciables farsantes; los monstruos viles se vuelven la mejor posibilidad; el camino; el recurso para descargar la frustración de sociedades. Se erigen como los héroes que desafían, humillan, arrodillan a las instituciones del Estado y a sus prominentes y cuestionables titulares y representantes.

Estos vengadores del resquemor de los ciudadanos contra sus gobiernos y elites de pronto se alzan como los redentores de quejas añejas; de la incredulidad social que envenena y crece cada día y de las demandas ciudadanas más urgentes que asegura resignada la gente, ningún gobierno escucha ni soluciona; que ningún líder ni presidente considera y menos atiende.

Entonces estos falsos “justicieros” que desde la clandestinidad, el crimen, el exceso se presentan “justos” con los de abajo e implacables con los de arriba, violan, pisotean, sojuzgan, se burlan, atropellan, enlodan todos los principios y ética que cada quien acerva en su código personal y aún a toda ley nacional e internacional y sí, ciertamente emulando el proceder de los que deberían ser responsables de velar, garantizar, respetar y resguardar el Estado de Derecho y el marco legal que a toda sociedad y país rige, los viles adalides que sin importar sus métodos – porque a los adoradores y adoradoras no les interesan los cómo-, se convierten en los baluartes de la verdad; de la justicia; de la razón y de la esperanza. Son los que nada cambiarán pero por lo menos habrán de dar el placer morboso a la sociedad engañada de la revancha perfecta.

Así, aprovechando el descontento social y la confianza nula en ideologías, instituciones, modelos, regímenes, sistemas políticos, servidores públicos, políticos, líderes y mandatarios, hacen la escuela, el camino, el hospital, la iglesia, el mercado…reparten dinero; cooptan a autoridades o las extorsionan, sabiendo que el pueblo empobrecido y traicionado, los apoya y los cuida.

Se ganan fieles adeptos; socios; aliados; base social que los protegen; que los defienden; que son sus escudos humanos frente a las autoridades, al Estado y a las leyes y que de alguna forma los “legitiman” en sus banderas y los exculpan de sus crímenes fraguados desde sus cuevas mohosas y podridas, llenas de estiércol de odio y de ambición; que no buscan más que el exterminio o la suplantación del contrario.

Esta puede ser la explicación a tanta incoherencia, que hace reír y hace llorar; que indigna; que molesta hasta el desconsuelo.

En sociedades donde los políticos, los legisladores, los partidos, los potentados representantes de la autoridad han olvidado cumplir a la letra las leyes, los deberes y responsabilidades públicas e institucionales y han dejado de ser la garantía de transparencia, rendición de cuentas, orden, desarrollo y bienestar; donde éstos encumbrados se reparten –se roban- los recursos públicos y se auto-infligen privilegios, lujos y excentricidades a la vista de todos, son los viles los que tienen terreno fértil para manipular; para destruir; para congraciarse de la impunidad y de la legitimidad que los agraviados de Estados corruptos, les conceden.

Así, cada día se engrosa el ejército, admiradores y seguidores del temible y deleznable mal denominado Estado Islámico que convence y recluta mediante redes sociales; a través de la propaganda religiosa torcida y toda contra el establishment que nada o poco resuelve ni motiva a hombres, jóvenes y a mujeres de los 5 continentes. Llenan el vacío de poder y de confianza que los gobiernos ya pierden entre escándalos de corrupción, ineficacia institucional; intereses económicos privados y mentiras probadas.

Los sanguinarios colman el ansia social del desquite contra los que les mienten, los explotan y los usan para mantenerse en el mando, a toda costa y muy lejos del interés general y nacional.

De esta forma, hay sendero despejado para los peores. Son las opciones “confiables” para conglomerados de desfavorecidos, discriminados, empobrecidos para vengarse. Entonces en algo creen, a alguien siguen; de algo se agarran para asentar su resentimiento e impotencia y hacerla valer y escuchar. Así, gustosos matan, masacran, destruyen, hieren profundo. Causan la muerte con la propia vida. La entregan en pedazos.

Así, líderes en el mundo y en el transcurso de siglos, desde la oposición, desde el discurso revanchista, crítico y de cambio han hecho revoluciones; han tirado gobiernos; han movilizado a las sociedades contra lo que los oprimen para luego convertirse en los mismos o en los peores verdugos de sus principios, de sus leales y de sus países.
La historia registra la deformación de los dictadores y tiranos más enloquecidos, peligrosos y patéticos que ya en el poder, han olvidado cómo, para qué, con qué lo lograron. Se envilecieron. Se traicionaron así mismos. El peor Hitler; modelos recientes, Fujimori, Chávez, Castro.

De la misma manera, hay otros que sacando raja de los huecos pestilentes que el desgobierno, la corrupción, la incredulidad social y la impunidad; la ausencia de sistemas efectivos de impartición y administración de justicia y de las desigualdades crecientes, usando el mensaje de la revancha, de la polarización y del rencor social, encapsulan toda queja, injusticia, reclamo para allegarse fanáticos que ciegos, sordos y mudos, les aplauden las contradicciones; las megalomanías, la arrogancia y la soberbia; las afirmaciones tergiversadas; la falta de integridad y el mesianismo. Los defienden a ultranza; los exoneran y los cubren. No aceptan críticas. Nadie toca a su líder porque es perfecto, porque es el poseedor de la razón y de la verdad para ellos.

Por eso López Obrador sobrevive y más, acumula riesgosamente para sus malquerientes, altos porcentajes en las encuestas en ruta al 2018. Sabe que mientras más odio y división siembre y coseche de le inefectividad gubernamental; mientras el gobierno federal siga cometiendo errores y ventilando sus inconsistencias; mientras periódicos tan influyentes como el New York Times inauguren este año con un editorial que duramente cuestiona al Presidente y a su administración, afirmando que –Peña- “ha tratado de lavarle la cara a varias verdades incómodas y ha minimizado más de un escándalo”: La famosa Casa Blanca de las Lomas; la enredada y ya deslegitimada investigación oficial sobre la desaparición de los 43 normalistas y la fuga – en las narices del gobierno- del mega narco, el Chapo Guzmán…López sabe bien que tiene futuro político para continuar engañando, manejando perversamente el descontento, el resentimiento y la desconfianza social contra partidos, órdenes de gobierno y personajes públicos.

Por las mismas razones es que hoy un criminal de alta peligrosidad que a nivel global es señalado como uno de los peores, se vuelve el héroe que fue capaz de humillar al gobierno transformador que no ha podido aclarar que les pasó y dónde están los 43; cuyo titular mandata bajo la sospecha de los conflictos de intereses; quien quizá muchos ya dan por seguro, se ha beneficiado por la concesión de contratos millonarios y que pudo darle una súper mansión a su familia.

El Chapo ha sido el vengador de los antipeñistas y antipriistas; ha sido el redentor para los estados y municipios donde se usa y se abusa del poder político para un grupo de cualquier signo ideológico y para su estricto beneficio; grupos facciosos que ignoran su deber y responsabilidad de trabajar y servir para todos y para quienes más lo necesitan y lo esperan.

El Chapo se huyó del máximo penal, que ya vimos no tiene nada de extraordinario, haciendo un despliegue de dinero, dominio y lealtades – ya soñaran varios políticos ser tan socorridos y protegidos por tanta gente-. A 6 meses de la fuga del siglo, todavía no sabemos los mexicanos a ciencia cierta quién, quiénes, cómo lo ayudaron; cuánto pagó y por qué se pudo escapar. La mano dura de la ira presidencial nunca la vimos contra los traidores al sistema.

A 6 meses de la fuga lo reaprenden, pero las reformas al sistema penitenciario no se dan, como si no fueran urgentes. En tanto se mitifica su figura en el morbo social. Los niños juegan a la matazón, al operativo, al secuestro y el más valiente quiere jugar el papel de El Chapo. Las amas de casa no se pierden las telenovelas vomitivas que normalizan el lenguaje de violencia, muerte, narcotráfico, drogas, guerras, sexo y poder. Están seducidas por esas historias nefastas.

A los más, les fascina la vida de lujos, persecución, burla, medios, recursos, dinero a montones; las mujeres, las conquistas, los hijos, las casas, la ropa, los aviones, las estrategias de guerra y de escape que el narco mexicano más famoso y más rico según la revista Forbes, presume, exhibe y ahora le cuenta en dictada “entrevista” –crónica de justificaciones a modo- al actorazo Sean Penn, que en su activismo político contra las instituciones en su país, no ha dudado en reunirse, abrazar y felicitar a los enemigos de Washington. ¿Por qué no habría de hacerlo con los enemigos de México y de los millones de niños y jóvenes adictos a las drogas en Estados Unidos que el Chapo allá envía? Si se trata de ir contra, pues es contra todos. Esa es su congruencia. Mejor que se dedique a lo que mejor sabe hacer.

Pero la perla de esta turbia historia es la falta de ética y de principios; la carencia de un mínimo compromiso personal con su país y con los millones de jóvenes y niños y mujeres que la admiran en sus telenovelas absurdas e insulsas que padecen la drogadicción, la violencia, la muerte, el dolor y la pérdida en sus vidas, que brillan por su ausencia en la persona de la “Ermoza”, la “Dama” Kate Del Castillo, quien tras la pésimamente mal escrita carta dirigida al malhechor, plena de afirmaciones carentes de sintaxis y demostrando poco conocimiento de la redacción y uso de adjetivos, le pide que mejor “trafique con el amor”, frase ridícula por melosa, pero que le dio entrada al capo para pensar en inmortalizar su “causa, vida y obra”, en una película que ya no se hará, pero que era la oportunidad de mostrarse al mundo como la víctima de un sistema político y de gobiernos que precisamente –y es cierto- no terminan de resolver la pobreza y las desigualdades y por lo tanto, tuvo que volverse narcotraficante para vivir y desafiar con todo el peso del odio al sistema que lo tenía hundido en la marginación y el maltrato.

Si para muchos lo que Penn y la señora Del Castillo pretendían hacer, era una apología del crimen y del criminal, lo que dejan en claro es que siendo actores conocidos y entonces obvios líderes de opinión a los que siguen, leen y adoran las masas, es una verdadera irresponsabilidad; una grosería y desprecio a sus fans; una falta de integridad personal y profesional prestarse a apoyar a uno de los peores delincuentes de la historia nacional y mundial; no haberlo denunciado; actuar como cómplices de sus formas y métodos fuera de la ley y aceptar y no precisamente por amor al arte ni a la libertad de expresión, sino seguramente por una jugosa recompensa en millones de dólares, la propuesta de la dichosa entrevista que no lo es y luego, la producción de una película autobiográfica. Penn y Del Castillo estaban pensando en el negocio y en el dinero que recaudarían, más los regalos del narco que obviamente les habrá brindado como agradecimiento por sus favores.

Independientemente de que la división de opiniones refuta que no hay delitos que perseguir en los “amigos” de El Chapo y de que el Gobierno de la República afirma investigar esta línea, lo que la sociedad debiera reclamarles a estos dos es su falta de ética y de integridad. Y más a la señora que siendo mexicana, que sabe del flagelo de las drogas y la violencia que lacera a miles de familias aquí y allá donde vive, se enamoró de su personaje como jefa narca y ahora reedita su alter ego como la nueva novia en el harem del narco de verdad.

Reunirse con un fugitivo y apoyarlo, sin denunciarlo y encubrirlo, pues nunca lo delataron es un acto despreciable y rasga la trasgresión a las leyes.

Pero ya lo dije antes, en un país donde el gobierno ha dejado de ser ente efectivo, confiable, limpio, eficaz que infunda confianza, respeto y adhesión social, hay hoyos muy grandes y profundos que personajes tan funestos como El Chapo, logran llenar con sus “fantásticas hazañas” que se convierten en el magno desquite de millones que nada creen, que ya nada esperan; que nada aceptan como real, porque los hechos son más contundentes que las palabras y los discursos y aquí en México, como en otras partes del mundo, el descrédito institucional es ya la mejor justificación y la razón de supervivencia de los extremistas, de los destructores, de los pillos más peligrosos y de los megalómanos más dementes, que hoy son la opción a seguir y admirar para millones de personas perdidas en un entorno de mentiras, corrupción, carencias y confrontación social.

Quizá lo primero que debieran preguntarse los líderes del orbe, los presidentes, los gobernantes, partidos y legisladores es por qué razones estos viles probados tienen tanto apoyo social. Tal vez encontrarían la respuesta en sí mismos y en la crisis sistémica estructural que no solucionan y que ya es evidente.

En tanto persistirán la violencia, la sangre, las masacres, las batallas, el dolor, el desprestigio, las mentiras y aumentarán las y los adoradores de bandidos, matones y tiranos que encantados por su audacia, desparpajo e inmoralidad, los cuidarán, los respaldarán, darán vida y seguirán dando muerte por ellos, los liberadores del resentimiento; los salvadores del desengaño; los vengadores del repudio social a todo lo que significa gobierno, política, partidos y poder público.