MUJERES Y REVOLUCIÓN ¿HEMOS TRIUNFADO?

Por Rebeca Ramos Rella


Si la Revolución Mexicana fue parteaguas histórico para que México transitara de dictadura, inequidad, pobreza e injusticia, a desarrollo, crecimiento, igualdad, democracia, al Constitucionalista del 17, que cimentó al Estado Mexicano moderno, al régimen hiperpresidencialista de sistema de partido hegemónico por 71 años, al logro del sufragio para mujeres en 1953 ¿ A 100 años, podemos afirmar que hemos triunfado? Este es el debate eludido, es la omitida reflexión nacional, revisora de avances, pendientes, atrasos.

¿Qué contestarían miles de compañeras de lucha empolvadas, miserables, cansadas; que pelearon como soldaderas, enfermeras, maestras, voluntarias, espías, intelectuales, periodistas, en mismas comunidades rurales e indígenas, donde hoy en 2010, marginación y rezagos entre mujeres se eleva al 80% - 8 de cada 10- siguen falleciendo por falta de agua, comida y atención médica oportuna? ¿Qué dirían de la pobreza de 47.2 millones de mexicanos -24.4 millones, mujeres y 20.8 millones, niños entre 0 y 17 años- y de las 4 millones de indocumentadas que emigraron a EUA buscando una mejor vida?

Ahí están las cifras del glorioso Centenario: atascadas en rezago educativo, 5.2 millones; sin servicios de salud, 17 millones; sin seguridad social, 43.2 millones; sin calidad y vivienda, 3.5 millones; sin servicios básicos, 3.8 millones; sin alimentación, 24 millones. De 107 millones de mexicanos, 76.5% -81.9 millones- tienen carencias de salud y seguridad social. En acto de valor civil, nadie podemos decir que hemos cumplido a aquellos héroes y heroínas. Hemos de reconocer que nuestra Revolución sigue gestándose, como proceso de transformación lento y estancado, mediocre, accidentado, condicionado a prioridades políticas de las nuevas elites posrevolucionarias. Sigue siendo proceso inacabado de reformas constitucionales, a cada nueva legislatura en los Congresos, bajo constante negociación, según intereses políticos del grupo, partido dominante o en el poder, a modo de intereses electorales del momento.

Estas ignominiosas deudas históricas no surgieron en los últimos 10 años de gobierno de derecha; se han ido acumulando en 10 décadas que ahora festejamos y que el Partido histórico de la Revolución Mexicana, el PRI, no logró saldar desde la Presidencia Imperial caducada, ni desde el suprapresidencialismo atomizado en estados priistas. Si el PRI quiere volver a Los Pinos, debe reasumir su origen revolucionario, transformando reformas estructurales en políticas públicas con perspectiva de género; garantizando la ciudadanía plena y efectiva a millones de mujeres a las que la Revolución institucionalizada no les ha brindado aún, integridad, respeto, reconocimiento, paridad, avance, empoderamiento, progreso, bienestar. Así que ésta es la Revolución permanente de las mujeres, la que no hemos ganado, la de la Igualdad.

Pero ¿que pensarían aquellas magnas revolucionarias, obreras, campesinas, las socialistas de Yucatán, las hermanas Serdán, las pioneras del Congreso Feminista Mexicano; La Coronela Carmen Parra; La Tigresa Ramona Flores; La Valentina Ramírez; La Comandanta Clara de la Rocha; La Generala Carmen Vélez; la primera mártir obrera de Río Blanco, Lucrecia Toriz, al constatar que los ideales peleados son perpetuados pasivos, por los que perdieron vidas, parientes, hijos, amores, de las hoy gobernadoras, legisladoras, servidoras públicas, dirigentas, empresarias, comunicadoras, magistradas, lideresas, sindicalistas que hacen política, economía, leyes, opinión y gobierno con omisiones, complicidades, sumisiones convenientes, lealtades mal entendidas, falta de espíritu de lucha, miedos, ambiciones, misoginia, ineptitudes simuladas?

¿Qué harían las mujeres de la Revolución? Seguramente y sin ninguna misericordia, sin aceptar pretextos, en el acto, nos pasarían por las armas, por traidoras a la causa.
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