DE ADORADORES Y
VENGADORES: LA REVANCHA PERFECTA
Rebeca Ramos Rella
¿Reírse? ¿Llorar? No tienen remedio. Casos
perdidos. Los adoradores y las adoradoras de siniestros personajes; su
fascinación y fanatismo; su dispensa casi compasiva; su justificación
irracional que derrapa en el ridículo y en lo incongruente con respecto a los
delitos, crímenes y horrores cometidos, documentados y evidenciados que éstos
malignos seres han ideado, ejecutado y pretextado, son igualmente espantosos.
Una no da crédito a la capacidad de seducción,
manipulación y granjeo de apoyos y simpatías que pueden lograr estos alfiles
del averno y cínicos sanguinarios en las personas; en los jóvenes y niños; en
personajes dizque educados, con mínima o media preparación –lo que significaría
una dosis de criterio y de ciertas habilidades de raciocinio y reflexión-.
Por dinero; por la promesa; por el poder; por la
redención; por la revancha es posible que mentes torcidas identifiquen la
debilidad, la amplia ignorancia; el odio, el rencor; la impotencia por
desigualdades; la desesperanza y también la miopía y enanismo mental de quienes
aceptan y compran su letanía de pretextos y su causa y los respaldan sin
detenerse a pensar si es lo correcto acorde a los valores humanos universales;
si es lo legal; si es lo viable o lo ideal; si es lo humano; si es la única o
la mejor opción.
Si de plano ya no hay de otra para expresar el
resentimiento individual y social contra las instituciones inefectivas;
carcomidas por la corrupción, por la burocracia obesa, floja, inservible y
lenta. Si es el camino en despoblado que queda para manifestar y hacer valer y
hacer oír, el hartazgo, la desconfianza, la decepción, la apatía, la condena y
el repudio al Estado y a los gobiernos; a los partidos, ideologías y al quehacer
político; a los regímenes políticos y a los modelos de desarrollo que no
cuajan; que no representan; que no transforman ni salvan ni benefician del
todo; que no terminan de aterrizar mejoras y dignidad de vida.
Si este es el mágico recurso para protestar
contra el desempleo, bajos salarios; discriminación, explotación y
desigualdades; por los precios encumbrados; por la vida de supervivencia al día
y para millones, ni para el día porque no alcanza; porque no hay oportunidades
suficientes, bien remuneradas, equitativas para ser productivos efectivamente
en sus comunidades, que convenzan a los jóvenes; que garanticen a los niños
primero, educación de calidad; salud accesible en servicios y en atención;
vivienda y entorno decorosos, seguros y funcionales…entonces los más cruentos e
hipócritas; los megalómanos insaciables; los más despreciables farsantes; los
monstruos viles se vuelven la mejor posibilidad; el camino; el recurso para
descargar la frustración de sociedades. Se erigen como los héroes que desafían,
humillan, arrodillan a las instituciones del Estado y a sus prominentes y
cuestionables titulares y representantes.
Estos vengadores del resquemor de los ciudadanos
contra sus gobiernos y elites de pronto se alzan como los redentores de quejas
añejas; de la incredulidad social que envenena y crece cada día y de las
demandas ciudadanas más urgentes que asegura resignada la gente, ningún
gobierno escucha ni soluciona; que ningún líder ni presidente considera y menos
atiende.
Entonces estos falsos “justicieros” que desde la
clandestinidad, el crimen, el exceso se presentan “justos” con los de abajo e
implacables con los de arriba, violan, pisotean, sojuzgan, se burlan,
atropellan, enlodan todos los principios y ética que cada quien acerva en su
código personal y aún a toda ley nacional e internacional y sí, ciertamente
emulando el proceder de los que deberían ser responsables de velar, garantizar,
respetar y resguardar el Estado de Derecho y el marco legal que a toda sociedad
y país rige, los viles adalides que sin importar sus métodos – porque a los
adoradores y adoradoras no les interesan los cómo-, se convierten en los
baluartes de la verdad; de la justicia; de la razón y de la esperanza. Son los
que nada cambiarán pero por lo menos habrán de dar el placer morboso a la sociedad
engañada de la revancha perfecta.
Así, aprovechando el descontento social y la
confianza nula en ideologías, instituciones, modelos, regímenes, sistemas
políticos, servidores públicos, políticos, líderes y mandatarios, hacen la
escuela, el camino, el hospital, la iglesia, el mercado…reparten dinero; cooptan
a autoridades o las extorsionan, sabiendo que el pueblo empobrecido y
traicionado, los apoya y los cuida.
Se ganan fieles adeptos; socios; aliados; base
social que los protegen; que los defienden; que son sus escudos humanos frente
a las autoridades, al Estado y a las leyes y que de alguna forma los
“legitiman” en sus banderas y los exculpan de sus crímenes fraguados desde sus
cuevas mohosas y podridas, llenas de estiércol de odio y de ambición; que no
buscan más que el exterminio o la suplantación del contrario.
Esta puede ser la explicación a tanta
incoherencia, que hace reír y hace llorar; que indigna; que molesta hasta el
desconsuelo.
En sociedades donde los políticos, los
legisladores, los partidos, los potentados representantes de la autoridad han
olvidado cumplir a la letra las leyes, los deberes y responsabilidades públicas
e institucionales y han dejado de ser la garantía de transparencia, rendición
de cuentas, orden, desarrollo y bienestar; donde éstos encumbrados se reparten
–se roban- los recursos públicos y se auto-infligen privilegios, lujos y
excentricidades a la vista de todos, son los viles los que tienen terreno
fértil para manipular; para destruir; para congraciarse de la impunidad y de la
legitimidad que los agraviados de Estados corruptos, les conceden.
Así, cada día se engrosa el ejército,
admiradores y seguidores del temible y deleznable mal denominado Estado
Islámico que convence y recluta mediante redes sociales; a través de la
propaganda religiosa torcida y toda contra el establishment que nada o poco
resuelve ni motiva a hombres, jóvenes y a mujeres de los 5 continentes. Llenan
el vacío de poder y de confianza que los gobiernos ya pierden entre escándalos
de corrupción, ineficacia institucional; intereses económicos privados y
mentiras probadas.
Los sanguinarios colman el ansia social del
desquite contra los que les mienten, los explotan y los usan para mantenerse en
el mando, a toda costa y muy lejos del interés general y nacional.
De esta forma, hay sendero despejado para los
peores. Son las opciones “confiables” para conglomerados de desfavorecidos,
discriminados, empobrecidos para vengarse. Entonces en algo creen, a alguien
siguen; de algo se agarran para asentar su resentimiento e impotencia y hacerla
valer y escuchar. Así, gustosos matan, masacran, destruyen, hieren profundo.
Causan la muerte con la propia vida. La entregan en pedazos.
Así, líderes en el mundo y en el transcurso de
siglos, desde la oposición, desde el discurso revanchista, crítico y de cambio
han hecho revoluciones; han tirado gobiernos; han movilizado a las sociedades
contra lo que los oprimen para luego convertirse en los mismos o en los peores
verdugos de sus principios, de sus leales y de sus países.
La historia registra la deformación de los
dictadores y tiranos más enloquecidos, peligrosos y patéticos que ya en el
poder, han olvidado cómo, para qué, con qué lo lograron. Se envilecieron. Se
traicionaron así mismos. El peor Hitler; modelos recientes, Fujimori, Chávez,
Castro.
De la misma manera, hay otros que sacando raja
de los huecos pestilentes que el desgobierno, la corrupción, la incredulidad
social y la impunidad; la ausencia de sistemas efectivos de impartición y
administración de justicia y de las desigualdades crecientes, usando el mensaje
de la revancha, de la polarización y del rencor social, encapsulan toda queja,
injusticia, reclamo para allegarse fanáticos que ciegos, sordos y mudos, les
aplauden las contradicciones; las megalomanías, la arrogancia y la soberbia;
las afirmaciones tergiversadas; la falta de integridad y el mesianismo. Los
defienden a ultranza; los exoneran y los cubren. No aceptan críticas. Nadie
toca a su líder porque es perfecto, porque es el poseedor de la razón y de la
verdad para ellos.
Por eso López Obrador sobrevive y más, acumula riesgosamente
para sus malquerientes, altos porcentajes en las encuestas en ruta al 2018.
Sabe que mientras más odio y división siembre y coseche de le inefectividad
gubernamental; mientras el gobierno federal siga cometiendo errores y
ventilando sus inconsistencias; mientras periódicos tan influyentes como el New
York Times inauguren este año con un editorial que duramente cuestiona al
Presidente y a su administración, afirmando que –Peña- “ha tratado de lavarle
la cara a varias verdades incómodas y ha minimizado más de un escándalo”: La
famosa Casa Blanca de las Lomas; la enredada y ya deslegitimada investigación
oficial sobre la desaparición de los 43 normalistas y la fuga – en las narices
del gobierno- del mega narco, el Chapo Guzmán…López sabe bien que tiene futuro
político para continuar engañando, manejando perversamente el descontento, el
resentimiento y la desconfianza social contra partidos, órdenes de gobierno y
personajes públicos.
Por las mismas razones es que hoy un criminal de
alta peligrosidad que a nivel global es señalado como uno de los peores, se
vuelve el héroe que fue capaz de humillar al gobierno transformador que no ha
podido aclarar que les pasó y dónde están los 43; cuyo titular mandata bajo la
sospecha de los conflictos de intereses; quien quizá muchos ya dan por seguro,
se ha beneficiado por la concesión de contratos millonarios y que pudo darle
una súper mansión a su familia.
El Chapo ha sido el vengador de los antipeñistas
y antipriistas; ha sido el redentor para los estados y municipios donde se usa
y se abusa del poder político para un grupo de cualquier signo ideológico y para
su estricto beneficio; grupos facciosos que ignoran su deber y responsabilidad
de trabajar y servir para todos y para quienes más lo necesitan y lo esperan.
El Chapo se huyó del máximo penal, que ya vimos
no tiene nada de extraordinario, haciendo un despliegue de dinero, dominio y
lealtades – ya soñaran varios políticos ser tan socorridos y protegidos por
tanta gente-. A 6 meses de la fuga del siglo, todavía no sabemos los mexicanos
a ciencia cierta quién, quiénes, cómo lo ayudaron; cuánto pagó y por qué se
pudo escapar. La mano dura de la ira presidencial nunca la vimos contra los
traidores al sistema.
A 6 meses de la fuga lo reaprenden, pero las
reformas al sistema penitenciario no se dan, como si no fueran urgentes. En
tanto se mitifica su figura en el morbo social. Los niños juegan a la matazón,
al operativo, al secuestro y el más valiente quiere jugar el papel de El Chapo.
Las amas de casa no se pierden las telenovelas vomitivas que normalizan el
lenguaje de violencia, muerte, narcotráfico, drogas, guerras, sexo y poder.
Están seducidas por esas historias nefastas.
A los más, les fascina la vida de lujos,
persecución, burla, medios, recursos, dinero a montones; las mujeres, las
conquistas, los hijos, las casas, la ropa, los aviones, las estrategias de
guerra y de escape que el narco mexicano más famoso y más rico según la revista
Forbes, presume, exhibe y ahora le cuenta en dictada “entrevista” –crónica de
justificaciones a modo- al actorazo Sean Penn, que en su activismo político
contra las instituciones en su país, no ha dudado en reunirse, abrazar y
felicitar a los enemigos de Washington. ¿Por qué no habría de hacerlo con los
enemigos de México y de los millones de niños y jóvenes adictos a las drogas en
Estados Unidos que el Chapo allá envía? Si se trata de ir contra, pues es
contra todos. Esa es su congruencia. Mejor que se dedique a lo que mejor sabe
hacer.
Pero la perla de esta turbia historia es la
falta de ética y de principios; la carencia de un mínimo compromiso personal
con su país y con los millones de jóvenes y niños y mujeres que la admiran en
sus telenovelas absurdas e insulsas que padecen la drogadicción, la violencia,
la muerte, el dolor y la pérdida en sus vidas, que brillan por su ausencia en
la persona de la “Ermoza”, la “Dama” Kate Del Castillo, quien tras la
pésimamente mal escrita carta dirigida al malhechor, plena de afirmaciones
carentes de sintaxis y demostrando poco conocimiento de la redacción y uso de
adjetivos, le pide que mejor “trafique con el amor”, frase ridícula por melosa,
pero que le dio entrada al capo para pensar en inmortalizar su “causa, vida y
obra”, en una película que ya no se hará, pero que era la oportunidad de
mostrarse al mundo como la víctima de un sistema político y de gobiernos que
precisamente –y es cierto- no terminan de resolver la pobreza y las
desigualdades y por lo tanto, tuvo que volverse narcotraficante para vivir y
desafiar con todo el peso del odio al sistema que lo tenía hundido en la
marginación y el maltrato.
Si para muchos lo que Penn y la señora Del
Castillo pretendían hacer, era una apología del crimen y del criminal, lo que
dejan en claro es que siendo actores conocidos y entonces obvios líderes de opinión
a los que siguen, leen y adoran las masas, es una verdadera irresponsabilidad;
una grosería y desprecio a sus fans; una falta de integridad personal y
profesional prestarse a apoyar a uno de los peores delincuentes de la historia
nacional y mundial; no haberlo denunciado; actuar como cómplices de sus formas
y métodos fuera de la ley y aceptar y no precisamente por amor al arte ni a la
libertad de expresión, sino seguramente por una jugosa recompensa en millones
de dólares, la propuesta de la dichosa entrevista que no lo es y luego, la
producción de una película autobiográfica. Penn y Del Castillo estaban pensando
en el negocio y en el dinero que recaudarían, más los regalos del narco que
obviamente les habrá brindado como agradecimiento por sus favores.
Independientemente de que la división de
opiniones refuta que no hay delitos que perseguir en los “amigos” de El Chapo y
de que el Gobierno de la República afirma investigar esta línea, lo que la
sociedad debiera reclamarles a estos dos es su falta de ética y de integridad.
Y más a la señora que siendo mexicana, que sabe del flagelo de las drogas y la
violencia que lacera a miles de familias aquí y allá donde vive, se enamoró de
su personaje como jefa narca y ahora reedita su alter ego como la nueva novia
en el harem del narco de verdad.
Reunirse con un fugitivo y apoyarlo, sin
denunciarlo y encubrirlo, pues nunca lo delataron es un acto despreciable y
rasga la trasgresión a las leyes.
Pero ya lo dije antes, en un país donde el
gobierno ha dejado de ser ente efectivo, confiable, limpio, eficaz que infunda
confianza, respeto y adhesión social, hay hoyos muy grandes y profundos que
personajes tan funestos como El Chapo, logran llenar con sus “fantásticas
hazañas” que se convierten en el magno desquite de millones que nada creen, que
ya nada esperan; que nada aceptan como real, porque los hechos son más
contundentes que las palabras y los discursos y aquí en México, como en otras
partes del mundo, el descrédito institucional es ya la mejor justificación y la
razón de supervivencia de los extremistas, de los destructores, de los pillos
más peligrosos y de los megalómanos más dementes, que hoy son la opción a
seguir y admirar para millones de personas perdidas en un entorno de mentiras,
corrupción, carencias y confrontación social.
Quizá lo primero que debieran preguntarse los
líderes del orbe, los presidentes, los gobernantes, partidos y legisladores es
por qué razones estos viles probados tienen tanto apoyo social. Tal vez
encontrarían la respuesta en sí mismos y en la crisis sistémica estructural que
no solucionan y que ya es evidente.
En tanto persistirán la violencia, la sangre,
las masacres, las batallas, el dolor, el desprestigio, las mentiras y
aumentarán las y los adoradores de bandidos, matones y tiranos que encantados
por su audacia, desparpajo e inmoralidad, los cuidarán, los respaldarán, darán
vida y seguirán dando muerte por ellos, los liberadores del resentimiento; los
salvadores del desengaño; los vengadores del repudio social a todo lo que
significa gobierno, política, partidos y poder público.
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