DESARMADOS

Por Rebeca Ramos Rella


La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito reporta que en promedio ingresan a México unas 20 mil armas de fuego de manera ilegal cada año, desde Estados Unidos. Se calcula que en nuestro país hay 10 millones de armas no registradas. De las incautadas entre 2004 y 2008, el 90% provinieron de tiendas, casas de empeño, de vendedores sin licencia y ferias desde Arizona, California y Texas. La Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos registró tráfico ilegal de casi 15 mil, entre 2005 y 2009 en cuatro estados fronterizos, accesibles a 500 US dlls cada una. La demanda es de las más letales, como rifles semiautomáticos tipo AK-47 y R-15. En los últimos 3 años, el Ejército y la Policía Federal han decomisado 180 mil armas al crimen organizado. Con estas armas estadunidenses probablemente fueron asesinados más de 33 mil mexicanos y más de 300 militares en 4 años; 27 ciudadanos estadunidenses en Ciudad Juárez  y la región del Valle, en octubre de 2009; hace un año, la empleada del consulado en esa ciudad fronteriza y su esposo; otra pareja estadunidense, herida en Presa Falcón Tamaulipas y dos jóvenes, ejecutados a principios de febrero, en misma ciudad. Como lo advirtió Calderón a Obama, además de mexicanos, ya están muriendo sus compatriotas con sus propias armas ilegalmente introducidas a México, sin que haya avance de regulación. El gobierno de Obama y congresistas se tornan cómplices de muertes de los suyos con armamento comprado en su país.

Ante la inminencia de la avalancha y de la omisión para prevenirla, causó extrañeza y  frustración observar a dos mandatarios titubeantes, eludiendo determinación y urgencia de acciones concretas en la batalla compartida contra el crimen organizado. A Obama no le está temblando la mano para exigirle a Gaddafi: o se va o intervención militar; para defender sus reformas de hostiles republicanos; a Calderón tampoco le da temblorina cuando acusa al Embajador Pascual de ignorante y de poco confiable para la colaboración bilateral, ya fuertemente trastocada por revelaciones del diplomático vía ventaneo de WikiLeaks; Calderón lo confesó al Washington Post, pero Obama no piensa cambiar a su interlocutor abiertamente desacreditado. Tampoco trastabilla en otros temas domésticos como violencia, inseguridad, pobreza que lastiman a mexicanos ni cuando enaltece valentía del Ejército. Conocemos el temple de estos jefes cuando se trata de vender a gobernados, firmeza, credibilidad, fortaleza institucional y convicción personal, posturas medidas, medrosas, en tonos de grises durante conferencia de prensa conjunta, tras quinta reunión binacional en la Casa Blanca ¡Qué desgracia escuchar dos dobles discursos! Abundancia de frases a futuro, verbos en infinitivo y al infinito, ni para cuándo: “…vamos a explorar…debemos revisar, tenemos que analizar, vamos a buscar opciones…” en asunto espinoso del tráfico de armas, allá permitidas a toda persona que las compre y bajo el aura constitucional de la Segunda Enmienda, no negociable con el Congreso de minoría demócrata y acá, prohibidas para portación de extranjeros en territorio nacional, bajo el amparo constitucional, cuestión de soberanía nacional, intocable en nuestro Congreso, igualmente opositor en mayoría al Presidente.

De manera que ante legal y laxa compra-venta de armas en Estados Unidos que significan miles de millones de dólares en recaudación al gobierno y que matan a mexicanos y además al agente de ICE, ya legisladores mexicanos negaron “revisar” nada, para que agentes extranjeros las porten y usen aquí. Lamentable es que si a EUA le preocupa e indigna la violencia en México – ya los alcanzó y va en aumento- crece su tensa exigencia para que México afloje sus leyes, sin aflojar las suyas. Molesta y desespera que el principio de responsabilidad compartida tan manoseado en oratorias impecables y amistosas, nada más no se ejerza en la necesaria regulación que ellos debieran alentar y aprobar para desarmar a los enemigos, pero siguen publicando reportes. El de Estrategia Internacional Contra el Narcotráfico 2011, difundido por el Departamento de Estado asegura que vamos bien pero a la alza en producción de mariguana, heroína y metanfetaminas. Nos aconseja reducir escalada de violencia y fortalecer capacidad institucional y Estado de derecho ¿ Y Obama y el Congreso y el gobierno y la sociedad estadunidense qué hacen, qué cabildean, qué decisiones toman, además de ofrecer dinero, para contrarrestar poder, recursos, territorios, capacidad operativa  de capos y de distribución de todo tráfico ilegal, en su territorio? Ahora centran su prioritario interés en que México arrodille la Constitución para que los suyos puedan andar armados acá, para defenderse. Les importa poco curar ya, el cáncer social que genera el crimen organizado aquí y allá: ni drogas, ni armas, ni muertos, heridos y secuestrados les ocupan. Estados Unidos le teme y le enoja más el contagio violento en su territorio, que derrumbar al consorcio ilegal armado internacional, que sigue engordando desde hace décadas, en las que tampoco los antecesores de Obama le entraron a combatirlo.

En tanto el asunto de las armas persista allá, sagrado e inmaculado de ninguna regulación, los criminales operarán seguros, cómodos y muy bien equipados, riéndose de estos dos presidentes “desarmados” de opciones, cercados por opositores, elecciones y presiones de organizaciones, para lograr una solución efectiva.