DESMEMORIADOS

Por Rebeca Ramos Rella

A Manuel Ramos Gurrión, mi mejor Maestro


La sucesión arrancó. Ya tenemos encima el 2012, aunque la mayoría estamos más preocupados por el día hoy y el reto de mañana. Son los políticos enfrascados en el mexicano “Juego de Tronos” que arreció a partir del proceso electoral en el Estado de México, estratégico según ellos, para posicionar colores, partidos y suspirantes de candidatos presidenciales. Vale observarlos y recuperar sus irremediables dislates, contradicciones, retórica populista, mentiras a medias, verdades opacas, actos de desesperación, golpes, intrigas y tácticas de ataque y contraataque para vislumbrar el escenario en prospectiva de lo que los ciudadanos seremos testigos, muy apáticos quizá, aburridos del mismo discurso y compromisos, que al pasar los años, se derrumban en la ineficacia, en la corrupción, el cinismo y la impunidad.

Si en el 2000 Chiapas estrenaba líder y gobernador, Pablo el ortodoxo religioso, afable y trabajador, hoy está tras las rejas por corrupto y farsante. No así, el Nerón mujeriego, bebedor de elíxires potenciadores de supuesta virilidad, sospechoso añejo de narco, de cacique, de macho perpetuador de su especie deleznable, la peor muestra del junior político. Pasó de traficante de armas, de indiciado indefendible y grotesco, a presentador de nuestro sistema judicial ineficaz, vergonzoso y fallido. El intocable Hank no sólo evidenció la ineptitud de la pésima oradora, la Procuradora Morales que no supo a quiénes apresaban “hasta dos horas después” y entonces le informó al Presidente Calderón. No, la liberación del pillo desnudó el fondo electorero de su aprehensión, la falta de coordinación entre el Ejército y las fuerzas federales, la incapacidad para integrar una averiguación previa con evidencias suficientes. El colmo: la ovación en el estadio de Tijuana lo clama candidato del ¿¡PRI!? al gobierno de Baja California.

En tanto el Presidente asume la jefatura de su partido y le entra al desquite frente a estudiantes de Stanford, quienes bostezaban ante pormenores de nuestra política nacional. Desde California, Calderón echó misiles al PRI y sintetizó el pasado rancio y autoritario; se fue hasta el 68, pero se le olvidó el 89 cuando Salinas de Gortari pactó con el PAN su legitimidad, les dio a cambio su primera gubernatura y creció a connotados panistas como Santiago Creel, el eterno presidenciable frustrado. La trampa al recordar la historia es que se omiten complicidades a conveniencia. Así, olvidó que el PRI pagó caro sus errores y excesos en el 2000 frente al bravucón Fox que hoy acusa al Ejecutivo de práctica eminentemente priista: “la línea presidencial o la cargada” a favor del candidato oficial, el neciamente desatinado Secretario de Hacienda, quien jura y asegura que él va a ser Presidente de México. ¡Claro! Apoyándose en recursos públicos, cargo y plataforma desde su despacho ministerial. ¡Que renuncie! Reclaman priistas y panistas ardidos, ignorados y aplacados por el dedo del señor Presidente. Pero salva el relamido señor Lujambio, con su carisma de apóstol de la educación y nos instruye afirmando que “si los Secretarios de Estado que son candidateables renunciaran, habría un boquete en el gabinete”. ¿Acaso no hay sustitutos o relevos? ¡Qué argumento tan absurdo y ofensivo a nuestra inteligencia!

Tan grave y perdida siente la elección Calderón, que de sus yerros, incompetencia gubernamental, falta de liderazgo y pericia para negociar con la oposición y sacar reformas urgentes, sólo puede y debe responsabilizar al PAN dividido que ha tenido el poder diez años, estos gobiernos panistas tan arcaicos en formas y estilos como aquellos otros priistas que critica y revive, gobiernos de élites que cobran de 2 a 3 millones de pesos anuales, tan obvios y burdos en estrategias que cualquiera puede descifrarlas. Si el PRI sucumbió en el 2000 ante los azules, la alternancia dio oportunidad para corregir el rumbo, pero no pudieron, ya no.

En el otro lado, incita la carcajada López Obrador. En Los Ángeles reconoce que quiere ser candidato presidencial otra vez y por eso, se denomina un testarudo -un paso menos que perseverante y mucho más de su realidad intransigente, vea el diccionario señor-. Fue a reclutar incautos para su “Morena”, una copia de movilización ciudadana que vilmente se fusiló de un político argentino -ni sabe ser original-. Da flojera mental su enorme ignorancia y perversa manipulación de la agenda binacional al recurrir al discurso setentero, amparándose en una conceptualización mohosa de la soberanía nacional: “México nunca será base militar, protectorado o colonia de ningún país”. ¿Quién, cuándo, dónde se ha tratado algo al respecto? Esos conceptos aldeanos y chauvinistas están superados desde la globalización y cooperación regional y multilateral ¡Le urge un asesor que le reduzca lo tropical al Mesías! Y acá, su sempiterno amigo, leal hasta la ignominia, el candidato en el Estado de México en exabrupto de ligereza, quiere ganarse votos, acusando a un fallecido panista y al hoy Ejecutivo de “haber ordenado reprimir el plantón de Av. Reforma” en el 2006. Cometían el delito de obstrucción de libre circulación; la fuerza pública hubiera actuado con derecho, pero no fue así. ¿Para qué acusaciones a destiempo? ¿Cortina de humo por el detalle de la ausencia de su debida residencia legal en aquel estado? Minucia que anularía su candidatura.

Para desviar la atención del “hankazo”, de varios “desafortunados corderazos”, los panistas revelan y denuncian agraviante enriquecimiento ilícito de cercano colaborador del líder nacional priista, -quien por cierto, pretende heredar a su hermano el gobierno de Coahuila, en flagrante nepotismo- y desde Los Pinos exhortan a los Diputados a convocar a periodo extraordinario para aprobar reformas, laboral, política, de seguridad nacional, necesarias hace años. Balón a su cancha. Si no las debaten, mal por los legisladores siempre reprobados por ciudadanía incrédula del Legislativo y sus privilegios sin distingo de partidos; si lo hacen, atenderían al llamado del Preciso. No les gusta ninguna opción. La jugada es para la mayoría priista que pudiendo transformar este país desde el Congreso, está partida entre los Manlios y los Peñas. No van a endosarle una victoria a Calderón con reformas estructurales “para que gobierne bien” y tampoco hay acuerdos internos sobre éstas. El PRI está pensando en el futuro, en su repartición del poder y la Reforma Política – ejemplo, la reelección de legisladores-, no convence ni conviene a ciertos intereses y grupos.

Como vemos, nuestros políticos se muestran desmemoriados y apelan a nuestra desmemoria para arrebatarse posiciones de poder, para descalificarse y evidenciarse. Callan, mienten, distorsionan y reinventan pretextos, historia y verdades. Oscuro, el color; amnésico y anestésico el nivel del debate nacional.