DE LA MANO DE LA MAESTRA

Por Rebeca Ramos Rella

Admirada y querida por miles, temida y despreciada por otros tantos, no existe en el país un referente tan completo de una mujer de poder. “Es o puede ser vista como el más cuestionable producto del viejo PRI, como símbolo de corrupción, de antidemocracia sindical, como el ejemplo más acabado del corporativismo. Pero en política, y sobre todo en la mexicana, el valor de los liderazgos se mide por la eficacia, por los resultados. Bajo esa métrica, la profesora es el animal político por excelencia; guste o no”, escribió de ella, muy aristotélico y agudo, el periodista Ricardo Alemán, hace 5 años, en obligada lectura de su columna cotidiana. No es para menos. La Maestra Elba Esther Gordillo representa hoy la mejor versión femenina del “hombre de poder”; es la mujer de Estado, es la “Líder” que con gran inteligencia, estrategia y carácter –sin soslayar las dosis de perversión, simulación y pragmatismo descarnado que visten a nuestra clase política-, ha logrado demostrarles que ella aprendió y bien, a mover los hilos del poder político, tal como ellos lo hacen o lo intentan.

Es la mujer política que exitosamente planifica, manda, controla, opera, negocia, amenaza, decide con las mismas reglas y con los mismos prejuicios, que ellos construyeron para ejercer el poder, desde su visión androcéntrica, patriarcal, vertical y autoritaria donde, aunque lo nieguen, las mujeres no deberían acceder más allá de hasta donde ellos quieran o les permitan. Por eso la Maestra es la excepción más repudiada, es el mal necesario para ellos. La utilizan y se dejan utilizar por ella, aunque dice la historia reciente que ella siempre saca el máximo provecho. Como a todas las encumbradas, un señorón poderoso -Carlos Jonguitud- la apoyó, la arropó y “la hizo” dirigente y legisladora. Elba entendió desde muy joven, que su condición de mujer, de la mano con sus habilidades de oratoria y de liderazgo, su franqueza aparente, su estilo directo e intenso y su bandera de sindicalista comprometida, le darían y garantizarían el respaldo inobjetable de una extraordinaria base social –el sindicato más numeroso y poderoso de América Latina, el SNTE- para escalar la cima del poder y hacerse respetar, temer y tomar en cuenta, en el mundo masculino de las elites que gobiernan y deciden, al grado de saberse fundamental en la definición de varias elecciones y por supuesto, de la más grande, de la presidencial.

Diputada en 1979; luego en 85 cuando contestó un Informe Presidencial -todo un honor en tiempos arcaicos, como si las mujeres leyeran mejor o peor que ellos en tribuna, en fin-. Elba heredó el feudo de su protector, el sindicato de maestros en 1989, votos seguros para legitimar y pactar con Carlos Salinas de Gortari. Como gran ajedrecista, la Maestra se volvió indispensable al sistema, del que ella es ícono definitorio. Hizo ver a los varones que el control sobre su sindicato era moneda de cambio para posicionarse y también de refilón, para abonar prerrogativas a sindicalizados y “mejorar” calidad y acceso a la educación de este país –pero 22 años después, la OCDE insiste que México tiene el menor puntaje del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos-. Ya no digamos de los docentes.

La lucha y el sindicato han sido sólo plataformas de posicionamiento, supervivencia política y de supremacía para negociar, en sus distintos momentos .Así se aseguró ser Senadora en 1997 y pavimentar su camino a la nomenclatura del PRI, como Secretaria General –máximo puesto al que mujeres como ella, sólo podían aspirar-. Se recuerda esa mancuerna dispareja e impensable, pero vital para Madrazo para dirigir al partidazo en 2002 –nunca se sintió química entre ellos-. Quizá por eso Madrazo, le ofreció una curul en San Lázaro y la Coordinación de la bancada tricolor, en cambalache por votos magisteriales. Él ya se veía en Los Pinos y la requería; ella ya se veía como Secretaria de Estado, por lo menos y hasta sucesora ¿Por qué no? Luego vino el complot. Madrazo le puso a un contrincante –Manlio Fabio Beltrones- para pastorear a legisladores; ella se enojó, exigió respeto a acuerdos previos, mientras los diputados oaxaqueños y mexiquenses –¡Hoy, algunos los mismos, reeditados en el trapecismo legislativo, la quieren de vuelta!-, afilaban uñas y tejían el coup d´ État. La Maestra, en pleno cataclismo priista tras derrota en 2000, se había transformado en la interlocutora opositora más viable y cercana al disparatado presidente Fox. Priistas recelaban de la confianza y simpatía que adquiría con los lores azules –con fina astucia ejercía su mando de líder, lograba acuerdos directos con Fox, meciéndoles el tapete a dirigentes priistas-. Inolvidables los intercambios de insultos, reclamos, la riqueza de la esgrima verbal y vulgar, impensable entre flamantes representantes populares, aquella última noche que Elba confrontó a 112 priistas que le pedían y votaron su destitución a la Coordinación legislativa. Madrazo quiso derrocarla y a sus seguidores; a uno, su más beligerante defensor, Miguel Ángel Yunes, a quien ya se le había esfumado la candidatura a gobernador de Veracruz por el PRI.

La Maestra quedó afectada hasta en su salud por tremenda traición. Pero como Mac Arthur, clamó “¡Volveré!” Y cumplió. Genial estratega, como guerrera rodeada, tocó retirada sólo para rearmarse, reagrupar, reorganizar y tras su renuncia al partido que la hizo y al que hizo, sin reparos ni escrúpulos, en 2005 creó el suyo, el Nueva Alianza, que le regaló su propio grupo parlamentario y alianzas políticas por votos, al candidato presidencial del PAN. La consigna era acabar a Madrazo. En el 2006, los 3 puntos porcentuales que su PANAL le dio a Calderón, fueron toda la diferencia, pues definieron la elección presidencial. Y hoy por boca de los protagonistas, sabemos que se pactaron posiciones a cambio. Resurgida de las cenizas, la Maestra extendió sus alas y garras, operó en el SNTE para declararse Secretaria General por periodo indefinido y asegurarse su colectivo conforme y adepto; arrasó a Madrazo y al PRI que la apuñaleó y corrió y se erigió como la mujer más poderosa e influyente de este sexenio y quizá, hasta del próximo. Sus verdugos y carniceros del pasado, hoy la reclaman de su bando, la alaban y la reconocen; la enamoran para su cancha; la buscan, la atienden; le tienen miedo.

Al ventanear anteriores acuerdos y pactados nombramientos con Calderón, para los suyos en distintos puestos en el Gobierno Federal; al exigir sin sangrar, la transparencia e investigación de las cuentas del ISSSTE, sin exponer las suyas, en abierto pleito con su otrora escudero; al conceptualizar a su candidato presidencial idóneo como mezcla de licuadora –ninguno y todos a la vez-; al enterarnos de su superioridad moral con el famoso “no tengo arrepentimientos”; esta mujer política, líder, estratega fuera de serie, es el reflejo simétrico de sus pares masculinos y tal vez, hasta más brillante e implacable. Es sobreviviente empoderada del machismo político y de la misoginia que anida en nuestra sociedad, cultura y en el sistema político en coma, pero vigente. Es la mujer que mueve sus piezas en el juego de poder, ordena, comanda, reclama, nadie se niega a su llamada; es exactamente o mucho mejor que los poderosos. Que viste carísimo, que come como gourmet; que vive lujosamente, acumula bienes, cuentas y propiedades como ellos; disfruta del poder y sus manjares y privilegios, excesos y caprichos, tal como ellos. Las críticas subjetivas a su personalidad, armas machistas de siempre para descalificar a las mujeres, se estrellan en su seguridad, en su firmeza y en su poderío. Le valen. Cuando ella lo quiere, sus detractores y envidiosos, sus aliados, se doblan y arrodillan. Y ella les da la mano.

Aún, se da el gusto y la tranquilidad de garantizarse más poder, al ofertar su sindicato su partido, su liderazgo, su alianza política conveniente, si quieren ganar la Presidencia de la República. ¡Claro! desde donde ella seguirá ejerciendo poder y control. ¿Quién dará más a la Maestra? ¿Quién conquistará su cerebro incansable? ¿Cuánto y qué tendrá que pagarle y cumplirle el próximo Presidente de México?