ENTRE POBREZA Y DEUDA

Por Rebeca Ramos Rella

Como candil de la calle. El Gobierno Federal, a nombre del pueblo de México, envió un millón de dólares para socorrer a las víctimas del hambre en Somalia, donde han muerto 30 mil niños menores de 5 años, población que como las de Etiopía y Kenia, el llamado Cuerno de África, están en riesgo de muerte por inanición y enfermedades. Hoy hay riesgo para 12 millones de seres humanos. Buena muestra siempre solidaria, que nos reconocen en el mundo. Hay que ayudar, pero ¿qué hay para los nuestros en desgracia humanitaria? Según el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Coneval, en su última medición de 2008 a 2010, en México, 28 millones de personas -4.2 millones más que en 2008- no tienen acceso a la alimentación; técnica y lamentablemente la cuarta parte de la población padece hambre. Más. Acorde a ocho indicadores 37 millones no acceden a servicios de salud; 21 millones presentan rezago educativo; 21 millones no cuentan con servicios generales básicos; 19 millones tienen viviendas inhabitables; en los últimos 10 años, el ingreso promedio a hogares fue el peor. En 2008 fue de 13 mil 274 a 11 mil 645 pesos mensuales, 12% a la baja, a la fecha. La pobreza creció en dos años de 48.8 millones a 52 millones, la mitad de los mexicanos que subsisten con una carencia social –salud, educación, alimentación, ingreso mínimo, que en áreas urbanas es de 2 mil 114 pesos por persona al mes y en rurales, un mil 329 pesos-. De ese infierno, 11.7 millones sobreviven de milagro, en pobreza extrema –sufren tres o más carencias sociales y apenas cuentan con 978 pesos y 684 pesos mensuales, respectivamente-.

El Coneval innovó, al informar sobre dos nuevas categorías de pobres, los clasemedieros en el fondo, son otros noqueados por el impacto de “la crisis”: hoy 32.3 millones de personas son vulnerables por carencia social; si bien su salario puede ser “alto” –hasta unos 40 mil pesos-, no tienen uno o dos servicios básicos –si no cuentan con seguro social y se enferman, no hay de dónde para hacer frente-. Hay 6.5 millones de personas vulnerables por ingreso; éstos no poseen carencias sociales pero sus ingresos son inferiores a la línea de bienestar mínimo indispensable. Aquí encajan empleados de mandos medios para abajo, en el sector público –a quienes les bajaron el sueldo del que estrictamente viven o simplemente no se los han incrementado y a diferencia de lo que la ciudadanía piensa, el grosor de cualquier nivel de gobierno, descansa en servidores públicos, honestos y eficaces aunque suene increíble, que ganan poco o menos de lo justo, no disfrutan de privilegios como las cúpulas y se las ven negras para salir la quincena-.

En este rubro también se consideran a micro y pequeños empresarios, trabajadores de empresas y fábricas, autoempleados en la informalidad, que han reducido ingresos, ganancias y ventas. Apenas les alcanza y ante una contingencia o imprevisto, sencillamente tienen que sacrificar algo, aguantar alguna carencia social, dejar de pagar y endeudarse.

De estas dos categorías, millones de mexicanos –en su mayoría jóvenes recién egresados, técnicos, obreros, auxiliares, empleados veteranos y madres solteras, jefas de hogar, mujeres, que recordemos, en promedio nacional ganamos 37% menos que los hombres por el mismo puesto o actividad- estamos sorteando el filo de la navaja y en corto plazo, seremos candidatos a ingresar a nivel de pobreza.

Otra novedad del Coneval fue reportar esta amarga situación en los estados. Así la pobreza se alzó en Guanajuato, Oaxaca, Chihuahua, Tamaulipas, Veracruz y Baja California. La pobreza extrema subió en el Estado de México a 200 mil más, en Veracruz, a 183 mil; en Jalisco, a 43 mil; en Yucatán, a 35 mil y en Querétaro, a 32 mil más.

Sin duda, a tres años del coletazo financiero global, los números arrojan daños y no pinta el respiro. El Banco estadunidense Morgan Stanley anunció que, ante la muy posible recesión en EUA y en Europa, la economía mundial caería en 2011 de 4.2% a 3.9% y en 2012 de 4.5% a 3.8%. Para las economías emergentes como México, disminuiría de 6.6% hasta 6.4% y de 6.7% a 6.1% respectivamente; así que apechuguemos años de desaceleración y sus consecuencias en nuestros bolsillos, pese a que los genios economistas digan que la macroeconomía nos salva, en el microuniverso de nuestros hogares, nada más no sale y si no pregúntenle a los gobernadores y alcaldes, que negocian más recursos federales y deuda, porque tampoco alcanza lo suficiente para obras, ejecución de programas y menos para combate a la pobreza, ya no digamos a la inseguridad. ¿Y para las elecciones?

Afortunadamente en el jaloneo de acusaciones entre federación y estados por excesos y opacidades –que si el Gobierno Federal ha engrosado su gasto corriente, en salarios, plazas, prestaciones, viáticos-; por ejemplo el reclamo de la oposición por los 31 mil 611 servidores públicos federales –el 2.9%- que ganan entre uno y 3.3 millones de pesos al año; mientras, un millón 49 mil 875 trabajadores del Estado, juntos, no llegan al millón de pesos anuales -97.1%-; luego el revire federal, que si los estados –mayoritariamente con gobiernos priistas- se han endeudado estrepitosamente a los tantos miles por ciento en 5 años…finalmente llegaron a acuerdos sobre la reforma a la Ley de Coordinación Fiscal, que se votará en el Congreso federal, habrá ayuda para reducir deudas y colocarlas en mercados financieros, siempre y cuando muestren voluntad todas las partes, más transparencia y rendición de cuentas. Estarán a mano.

En la efervescencia pre-electoral que vemos, en medio de la pasarela de suspirantes, que parecen más preocupados por disputarse el poder político y las ilusiones de millones de desfavorecidos y, ante los vaivenes financieros del entorno internacional, nos queda tener confianza u otorgarles el beneficio de la duda, para que legisladores y gobernantes, prevean, planifiquen, distribuyan con eficiencia recursos adicionales y centren su ejecución eficaz, con sentido de justicia e igualdad, en donde más se necesita y para los millones de pobres y estratos medios, que tenemos derecho a una vida productiva, digna y de calidad.

Ojalá que las elecciones sirvan para que candidatos y elites de gobierno, renueven sus compromisos más allá de discursos y promesas seductoras y en verdad alejen de su demagogia, la lucha contra la pobreza que genera votos, pero luego, decepción y recriminaciones sociales y, las victorias del 2012, sirvan para cumplir con hechos, reformas y mejoras.

En tanto, con esperanza, sobrevivamos.


rebecaramosrella@gmail.com