NO DISCRIMINACIÓN EFECTIVA

Por Rebeca Ramos Rella

                                                                                                         A Verónica Garza, super mujer


Este 24 de octubre son 65 años de la entrada en vigor de la Carta de San Francisco que creó la Organización de Naciones Unidas, voluntad institucionalizada para mantener paz y seguridad internacionales y en cuyo Preámbulo establece la igualdad entre hombres y mujeres. En el artículo 1 fracción 3 dicta: “Realizar la cooperación internacional(…) en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a libertades fundamentales de todos, sin distinción de raza, sexo, idioma o religión” retomado en 1948 cuando en la ONU se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyos artículos 1 y 2 reiteran libertad, igualdad, fraternidad y no discriminación: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos (…)sin distinción de raza, color, idioma, religión, opinión política o de cualquier índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.         


Documentos extraordinarios ratificados por México en su tiempo y que habitan en nuestra Constitución en el artículo 1 párrafo tercero que prohíbe toda forma de discriminación; letras maravillosas citadas por el Presidente Calderón al decretar el 19 de octubre como “Día Nacional contra la Discriminación” arengando a derrumbar prejuicios, mitos, muros y resistencias; a seguir luchando contra silencio, olvido, incomprensión “con la convicción de que el camino hacia la sociedad igualitaria que queremos, es irreversible". Estupendo.


El problema no son leyes, cartas, declaraciones, decretos, es ignorancia, indiferencia, el no respeto ni aplicación de ellos y falta de voluntad y sanción para hacerlos efectivos a la letra en la cotidianeidad de las relaciones humanas en cualquier ámbito. La No discriminación se trata de la Igualdad ante la ley, en sociedad, trabajo, oportunidades, desarrollo y en el caso de mujeres, en su avance, empoderamiento, no violencia. Si bien el 17 de octubre celebramos 57 años de conquista del derecho al sufragio, que ejercemos pero que se complica cuando queremos ser elegidas, por ausencia de una construcción cultural de la política que iguale y reconozca participación. Veamos: de 2 mil 459 municipios 5% son gobernados por una mujer; en la Cámara de Diputados la representación es de 27%; en congresos estatales, de 22%; en el Senado, de 22%; en 2006 y 2009 sólo hubo 3% más de candidaturas, de 35 a 38%; fueron candidatas en distritos electorales perdedores el 73%; en sectores públicos y privados solo 20% son directivas, el trecho es largo y la lucha difícil no ajena a confrontación que suele ser estereotipada y denigrada en subjetividades.


La Igualdad transita por la ciudadanía efectiva de las mujeres, donde los derechos nuestros no deben ser desiguales a los de los hombres, pero sí diferentes en necesidades y satisfactores. A las mujeres nos han discriminado por siglos y también nos han excluido porque los derechos se han determinado a partir de características definidas de un sujeto, que no somos. Además persiste la concepción de arrinconarnos a la esfera privada –hogar, familia, religión, sentimiento-, de la esfera pública –trabajo, valentía, razón, justicia, política, poder-, que se conciben exclusivamente para varones.
Sin embargo, hoy más mujeres contribuyen a expandir el mercado laboral en México –del 45 al 55% de entre 25 y 34 años- pero ellos ganan 37% más que nosotras en el mismo puesto de trabajo, que buscamos cercano y adaptable a multijornadas: hogar y cuidado de hijos, ancianos, parientes, discapacitados; carga que nos endilgan como “cosa de mujeres”. Sí, entonces super mujeres.

           
Gobernantes, líderes, legisladores, partidos, organizaciones, mujeres poderosas misóginas, obstructoras y desmemoriadas, deben de verdad tumbar murallas y hacer efectivas leyes y políticas públicas con perspectiva de género: urgen paridad salarial, corresponsabilidad social del Estado con doble jornada; reformas educativa, de salud, de justicia, política y electoral, para que la No discriminación sea real. No más guerra de sexos; paz en la Igualdad.